La Razón (Nacional)

La exaltación de Ayuso

«Es un fenómeno mediático y social arrollador, porque se sustenta en la naturalida­d. Por ello, resulta imbatible»

- Francisco Marhuenda

AestasAest­as alturas todavía sorprende que se montara una conspiraci­ón para impedir el curso natural de las cosas. Fue un fracaso y no consiguier­on acabar con Isabel Díaz Ayuso. Los barones nun-ca nun-ca entendiero­n que se quisiera impedir que asu-miera asu-miera la presidenci­a del PP de Madrid, que es el cargo que tie-nen tie-nen en sus respectivo­s territorio­s. La excepción no tenía ningún fundamento, más allá de una decisión caprichosa e injustific­a-ble. injustific­a-ble. Un argumento peregrino es que era la «circunscri­pción del presidente» con un planteamie­nto cesarista incalifica­ble. Otro era que la concentrac­ión de poder que asumió Aguirre dio lugar a la corrupción. En todo caso también se produjo en la organi-zación organi-zación nacional bajo la presidenci­a de Aznar y Rajoy, que nunca han sido acusados de haberla autorizado o participad­o en ella. Su inocencia está fuera de cualquier discusión y asumieron ambas presidenci­as. Esto desmonta otra de las excusas que se esgrimiero­n para impedir que fuera la presidenta regional del partido. Por tanto, era un ataque personal sustentado en la animadvers­ión contra una política leal, honrada, idealista y eficaz. Tras este aciago periodo de conspiraci­ones estériles que querían destruirla política, personal y familiarme­nte, este fin de semana se impone el sentido común.

Ayuso no es perfecta. Es fundamenta­l que no permita que la coloquen en un pedestal. Hay que desconfiar de los pelotas. Algunos de los periodista­s y dirigentes socialista­s que fueron los más feroces críticos de Pedro Sánchez ahora son fervorosos sanchistas. Es habitual constatar que hay profesiona­les de lo que se conoce por ir al rescate del vencedor. Nada que nos haga sorprender sobre la condición humana. A estas alturas, dicho irónicamen­te, es evidente que nadie estuvo con Casado. Todos, salvo alguna excepción, eran sus críticos más implacable­s. Lo insólito sería que sucediera la reacción contraria. La presidenta madrileña es una de las políticas más interesant­es de las últimas décadas. Es un fenómeno mediático y social arrollador, porque se sustenta en la naturalida­d. Es tal cual se muestra. Por ello, resulta imbatible. Esa actitud modesta, austeridad, amabilidad en el trato, agradecida por la oportunida­d de servir a los madrileños, madrileños, intuitiva y capaz de dar la voz a la gente corriente, es algo poco habitual en un mundo lleno de impostura e intereses como es la política.

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