Sánchez y la Corona
NoNo sorprende demasia-do demasia-do que los ministros podemitas y comu-nistas comu-nistas organicen una campaña de insultos y acoso con-tra con-tra Don Juan Carlos. Al fin y al cabo, lo suyo es la agitación y la propa-ganda propa-ganda encaminadas a acabar con la democracia, que en nuestro país se declina en modo monárquico. Sorprende un poco más que a esta campaña se unan varias ministras socialistas con insinuaciones gro-tescas. gro-tescas. Lo que estas ministras, en-tre en-tre ellas la de Economía y la de Hacienda, ponen en escena es la ambición política de su presidente, bien clara desde que la actuación de la fiscalía demostró que se iban a apurar todas las posibilidades para desprestigiar y ensuciar a la monarquía, como en un nuevo juicio estalinista. En este caso el acusado no puede defenderse. Más aún, ya ha pagado el máximo precio político con la abdicación de 2014. Es que el estalinismo de Sánchez y sus ministras tiene un matiz postmoderno. Los condena-dos condena-dos por este tribunal no acaban de pagar su culpa. Nunca, en contras-te contras-te con la feliz disposición de ese mismo tribunal a indultar a los in-felices in-felices separatistas catalanes y a hacerles la vida más fácil a los po-bres po-bres etarras. En este punto coinci-den coinci-den los dos rostros del Gobierno. Tanto los socialistas como las po-demitas-comunistas po-demitas-comunistas esperan sacar algún rédito político de la campaña de acoso contra Don Juan Carlos. Se equivocan, sobre todo los pri-meros. pri-meros. Buena parte de la opinión pública ha dado por zanjado el pro-ceso pro-ceso al ex jefe de Estado. También está demostrando que distingue Don Juan Carlos de la institución de la Corona. Es toda una lección de política y de historia, y lo más notable es que nadie se la ha incul-cado incul-cado a los españoles. Sin que se haya hecho el menor esfuerzo por enseñar y difundir el significado y el valor de la Corona, los españoles, siguiendo su propio instinto, en-cuentran en-cuentran por su cuenta los funda-mentos funda-mentos de la constitución política interna de su país. La misma con la que está empeñado en luchar el gobierno de Sánchez. La cosa no tiene remedio. Cuanto más se no-ten no-ten las ganas de ser jefe del Estado, más impopular será Sánchez.