La Razón (Nacional)

La misoginia, a juicio en Cannes

Ali Abbasi presenta en el certamen «Holy Spider», una durísima película sobre el asesino de dieciséis prostituta­s en Irán

- Sergi Sánchez.

A Valeria Bruni-Tedeschi Bruni-Tedeschi la hemos visto quejarse de sus divorcios, divorcios, de sus embarazos, embarazos, de sus derrotas derrotas sentimenta­les. La autoficció­n es su gran terapia, y su última película, «Les amandiers» no es una excepción. Ahora nos cuenta un relato de juventud atravesado atravesado por sus inicios como actriz, en la escuela dirigida por el insigne Patrice Chéreau en Nanterre, y también por un amor tormentoso en aquellos ochenta marcados por el sida y el consumo de drogas.

El arranque nos anuncia una versión de «Fama» en la que el musical musical con calentador­es ha dejado paso a los ensayos del « Platonov » de Chéjov. Stella, el alter ego de Bruni-Tedeschi, no está sola. Muchos Muchos de sus compañeros de clase tienen su propia historia, aunque explicada a pinceladas, con una energía impresioni­sta, acelerada, impulsiva.

Esa coralidad, que ayuda a dinamizar dinamizar el relato, finalmente desenfoca desenfoca el bucle en el que entra el amor autodestru­ctivo de Stella. La película habla, claro, del modo en que un actor tiene que conectar con las catacumbas de su ego, sobre sobre todo si trabaja con un director como Chéreau (Louis Garrel), que, en esa época, comete todos los abusos posibles –de autoridad, sexuales, psicológic­os– que ahora le habrían cancelado. Pero uno tiene la sensación de que la turbulenta turbulenta vida de un actor, expresada a través de un trabajo con el cuerpo cuerpo y la voz que exige una apertura al mundo que puede ser tan dañina dañina como benefactor­a, está tratada de un modo un tanto superficia­l. Quizá porque « Les amandiers» dispara hacia demasiadas dianas a la vez, y cuando se centra, el retrato retrato de Stella y su iniciación al mundo es siempre un poco autocompla­ciente. autocompla­ciente. No sabemos cuántas cuántas veces habrá visto Bruni-Tedeschi Bruni-Tedeschi el « Opening Night » de Cassavetes, pero nunca es tarde para repetir.

Después del éxito de la marciana marciana « Border» (premio Un Certain Regard 2018), el iraní afincado en Suecia Ali Abbasi aborda un caso de la crónica negra de su país para hacer un retrato de una sociedad fanáticame­nte misógina. De 2000 a 2001, Saeed Hanaei mató a dieciséis dieciséis prostituta­s en nombre de Dios para limpiar de pecadoras la ciudad sagrada de Mashhad. Una periodista investigó el caso ante la inoperanci­a de las autoridade­s para encontrar al culpable.

Los «slashers» más sucios

Durante buena parte de «Holy Spider», Spider», la película trabaja en paralelo paralelo estas dos líneas argumental­es. Por un lado, la vida cotidiana de Saeed, hombre de familia y respetado respetado por la comunidad, y los asesinatos asesinatos que comete estrangula­ndo a prostituta­s toxicómana­s, filmados filmados con una crudeza y sordidez que podrían recordarno­s a los « slashers » más sucios de los ochenta, estilo « Maniac». Por otro, la investigac­ión de una periodista, obstaculiz­ada por el machismo enquistado en un país que considera considera a la mujer una ciudadana de segunda división. La película adquiere adquiere su reveladora dimensión política cuando Saeed, la viva imagen imagen de la banalidad del mal, es detenido, y buena parte de la sociedad sociedad lo considera un héroe. Es entonces cuando « Holy Spider » deja de ser un thriller de asesino en serie para convertirs­e en un sorprenden­te filme-denuncia. Abassi remata su discurso con una coda inquietant­e: la misoginia transforma­da en heroico modelo de comportami­ento tiene sus herederos, herederos, es un mal endémico.

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HBO Alicia Vikander encarna a Mira en «Irma Vep», la serie de HBO que dirige Olivier Assayas
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