Operación Puerto o la cumbre de la desvergüenza
El escaso interés político y judicial por depurar responsabilidades dejó a medias la investigación de la Guardia Civil
Hubo un tiempo no muy lejano, en los albores del milenio, en el que las autoridades deportivas decidieron combatir con la máxima máxima seriedad el dopaje que falseaba falseaba los resultados en muchas competiciones. competiciones. Singularmente en el ciclismo, a raíz del estallido del escándalo Festina en 1998, pero también en otras muchas disciplinas. disciplinas. El caso Balco, por ejemplo, desmanteló el sector del esprint en el atletismo estadounidense. En España, convertida en la meca de los tramposos, la Guardia Civil persiguió a la banda del doctor Eufemiano Fuentes en la denominada denominada Operación Puerto. Fue, al cabo, un absoluto fiasco. Una oportunidad escapada entre los intersticios de una legislación porosa porosa y el cinismo de quienes se negaron a empuñar la escoba.
En febrero de 2006, cuando cualquier ciclista dudoso del mundo encontraba en España un santuario para sus prácticas, la Guardia Civil comenzó los seguimientos seguimientos a Fuentes, un ginecólogo canario que en los años ochenta ya había tenido algún encontronazo encontronazo con los laboratorios antidopaje, con los positivos de la atleta Cristina Cristina Pérez, su esposa, y de Pedro Delgado en el Tour de 1988 del que no fue desposeído por los buenos oficios diplomáticos del Gobierno de Felipe González, que implicó a tres ministros en la defensa del segoviano. Tres meses después de comenzar la investigación, los agentes de la Benemérita irrumpieron irrumpieron en los laboratorios donde se guardaban centenares de bolsas bolsas de sangre para autotransfusiones, autotransfusiones, así como un cargamento de productos dopantes.
El trabajo policial había comenzado comenzado cuando Roberto Heras fue descalificado de la Vuelta a España España de 2005 –el triunfo le fue restituido restituido por los tribunales ordinarios en 2011 pese a las evidencias de dopaje– y se confirió credibilidad a la denuncia de Jesús Manzano, un «arrepentido» del Kelme que aseguraba la existencia de un recurso recurso generalizado a las sustancias sustancias ilícitas en su equipo y en gran parte del pelotón nacional. Junto a Fuentes, fueron detenidas otras cuatro personas, entre ellas el director director deportivo más famoso del momento: Manolo Saiz, que había logrado convertir al ONCE en una corte de los milagros ciclistas gracias gracias a sus métodos, digamos con piedad, «revolucionarios».
La causa le cayó al magistrado Antonio Serrano, titular del Juzgado Juzgado de Instrucción nº31 de Madrid que tenía, literalmente, las manos atadas por una legislación obsoleta obsoleta que no tipificaba el dopaje como ilícito penal, a pesar de que las instancias instancias internacionales llevaban un lustro reclamándoselo a los distintos gobiernos. No encontró pruebas el juez para condenar a los reos por un delito contra la salud salud pública, el único que les pudo imputar con la ley en la mano, y todos fueron absueltos, tanto en esa instancia como en las superiores. superiores. La Agencia Mundial Antidopaje Antidopaje y la UCI reclamaron los datos de los tramposos para sancionarlos sancionarlos por la vía deportiva pero los poderes del Estado hicieron caso omiso: oficialmente, España protegía protegía a sus dopados.
En noviembre, el Gobierno de Zapatero impulsó la Ley Orgánica 7/2006 de Protección de la Salud y de Lucha contra el Dopaje en el Deporte, pero, obviamente, no pudo aplicarse con carácter retroactivo retroactivo en las sucesivas reaperturas de la causa y los recursos. Quedó, sin embargo, la sensación de que España no se comprometía lo suficiente suficiente en la lucha contra el dopaje dopaje y ésta fue la principal falla de los detractores de las candidaturas olímpicas de Madrid para los Juegos Juegos que finalmente se concedieron concedieron a Río de Janeiro y Tokio. Cada vez que los representantes madrileños madrileños debían responder preguntas al respecto, se veían en un aprieto. Por ejemplo, una de las clientes vip de Fuentes era la atleta Marta Domínguez, Domínguez, pese a lo cual fue tratada como una heroína nacional hasta 2010, cuando se vio envuelta en la Operación Galgo. Se había acabado acabado la época de mirar con cinismo hacia otra parte.