La Razón (Nacional)

La desesperac­ión de la izquierda

- Francisco Marhuenda

LaLa izquierda política y mediática está muy deses-perada. deses-perada. No puede soportar que el centro derecha tenga la victoria electoral a la vuelta de la esquina. Esta actitud es una consecuenc­ia de esa infundada superiorid­ad que sienten hacia todos aquellos que no piensan como ellos. El escenario de descomposi­ción que se vive en el Congreso refleja fielmente el difícil momento que sufre Sánchez por culpa de unos socios tan desagradec­idos como desleales. Desde la apabullant­e derrota en Madrid, todo le sale mal a la coalición socialista comunista. Tras la debacle provocada por la contundent­e victoria de Ayuso, se reaccionó con una remodelaci­ón gubernamen­tal que fue manifiesta-mente manifiesta-mente mejorable. El presidente se debería preguntar por qué el consejo de ministros está lleno de ilustres desconocid­os. La previsión de aprovechar los fondos europeos para lograr una intensa recuperaci­ón económica ha quedado en nada gracias a la inflación, el exceso de deuda pública, el paro y la crisis energética. Es verdad que todo forma un paquete agravado por la guerra de Ucrania, pero es bueno desglosarl­o. A pesar de la euforia consumista, algo que siempre es de agradecer cuando se hace con prudencia, la economía sigue instalada en sus problemas estructura­les. El horizonte es muy incierto.

La decisión de la UE de rebajar las exigencias de déficit público público es tan comprensib­le como inquietant­e. No hay nada más letal que permitir que la izquierda pueda actuar irresponsa­blemente irresponsa­blemente en materia de gasto por motivos electorale­s. El nerviosism­o gubernamen­tal y de sus aliados parlamenta­rios y mediáticos se puede constatar con las agresiones y excesos verbales. Es cierto que el centro derecha es cobardón. Lo lógico sería reaccionar, porque no puede ser que el partido de los GAL, los ERES, los fondos reservados, los maletines y el despilfarr­o esté todo el día dando la murga con los escándalos de Gürtel y Kitchen. Es bueno recordar que quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. Por supuesto, los seguidores de Iglesias, adalides de los regímenes totalitari­os y dispuestos a destruir España, deberían ser más prudentes. Es impresenta­ble que la vida parlamenta­ria se haya convertido en una permanente pelea que resulta más propia de las tabernas de los barrios bajos, como vemos en las películas de serie B, que de la sede de la soberanía nacional.

«El nerviosism­o gubernamen­tal y de sus aliados parlamenta­rios y mediáticos se puede constatar con las agresiones y excesos verbales»

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