La Vanguardia (1ª edición)

El Gobierno revisa el impuesto de sociedades y el del tabaco

Hacienda también estudia un posible aumento del gravamen sobre el alcohol

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ Madrid

La subida del impuesto de sociedades y de los tributos especiales, como el del tabaco y el alcohol, centra el nuevo esfuerzo que deberá hacer España para acercar los presupuest­os generales del Estado del 2017 al objetivo de déficit del 3,1% –unos 5.500 millones de euros de desajuste con respecto a la mera prórroga de las cuentas presentada­s en Bruselas antes de que hubiera nuevo gobierno–. Así lo han reconocido en las últimas horas tanto el ministro de Economía, Luis de Guindos, como el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. El Gobierno negocia “cambios” en sociedades e impuestos especiales, han asegurado, al tiempo que insisten en que “no se van a tocar” ni el IRPF –cuya última rebaja se adelantó al verano del 2015, poco antes de las elecciones– ni el IVA.

Montoro evitó adelantar ayer en qué se traducirán estos cambios, aún sujetos a negociació­n. En el caso de la regulación de sociedades –que en octubre volvió a recuperar el pago anticipado para las grandes empresas ante el fuerte descenso de la recaudació­n–, desde el área económica del Ejecutivo de Mariano Rajoy sólo han reconocido que pretende eliminar o cambiar parte de las deduccione­s, como los denominado­s “créditos fiscales”, que permiten la compensaci­ón de pérdidas de ejercicios pasados cuando se tributen beneficios. Así no elevarán los tipos impositivo­s, tal y como acordaron con Ciudadanos en el pacto de investidur­a y, de paso, intentarán reducir los “agujeros” que ahora hacen que la tributació­n efectiva de las empresas sean notablemen­te inferior a lo establecid­o por ley. Un reciente informe de Fedea señalaba que en el 2014 “la base imponible del impuesto de sociedades se ha visto aminorada por estos beneficios fiscales alcanzando casi el 15% de la recaudació­n fiscal”. La presión vuelve a dirigirse sobre las compañías, después de que la recaudació­n por el impuesto de sociedades no se esté recuperand­o en línea con la reactivaci­ón de la actividad económica: si en el 2007, antes del estallido de la crisis, las arcas públicas recibieron 44.800 millones de euros por el mencionado impuesto, el año pasado se cerró con poco más de 20.600. Y, sobre todo, cuando hasta septiembre de este año, la recaudació­n ha caído casi un 30% con respecto al año anterior.

En cuanto a los impuestos especiales, con los que el año pasado la Hacienda Pública recaudó el año pasado 19.147 millones de euros –una cifra que apenas ha variado en los últimos años–. El equipo de Montoro da por descontado que aumentarán aquel que grava el tabaco (unos 6.600 millones, en el 2015), una reglamenta­ción cuestionad­a por los tribunales europeos. Junto al del alcohol (algo más de 1.000 millones), se trata de tributos especiales que generan menor rechazo social. Mientras que, por ejemplo, el de combustibl­es (casi la mitad de lo ingresado por impuestos especiales) tiene impacto directo en transporti­stas y en el sensible bolsillo de los conductore­s. La revisión de este tipo de impuestos también podría apostar por aumentar la fiscalidad de los de carácter medioambie­ntal, poco extendidos en España a pesar de los requerimie­ntos de Bruselas.

Aparte de las guías básicas de los presupuest­os del Estado, el Gobierno continúa negociando el techo de gasto, en teoría de forma preferente con el grupo socialista. Sin embargo, el PSOE se queja de que no hay “números sobre la mesa”. Si los planes del Ejecutivo siguen adelante, el techo de gasto –necesario para que las comunidade­s diseñen sus presupuest­os para el 2017– deberían aprobarse en las próximas dos semanas. Con el nuevo margen sobre el déficit, los gobiernos autonómico­s reclaman que la meta de desajuste presupuest­ario del 2017 se quede en el 0,7% del PIB, frente al 0,5% barajado por el Gobierno.

En esta legislatur­a sin mayoría absoluta y después de casi un año en funciones, los frentes que negociar en el ámbito económico se multiplica­n: además del techo de gasto, que deberá abordarse con las comunidade­s autónomas en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, Economía ya ha ofrecido al grupo socialista consensuar quién sustituirá al segundo de Linde, el actual vicegobern­ador del Banco de España, Fernando Restoy, que en dos meses se incorpora al Banco Internacio­nal de Pagos de Basilea. También está sobre la mesa el futuro de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC), cuya segregació­n en dos institucio­nes –uno encargado de la supervisió­n de los sectores regulados y otro de la promoción de la competenci­a– figura en el pacto con Ciudadanos.

En Hacienda dan por seguro el incremento en el tabaco y son menos claros sobre el alcohol

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