La Vanguardia (1ª edición)

Catalunya exige cuotas de menores inmigrante­s

Generalita­t y Consistori­o piden al Gobierno mayor implicació­n para paliar la emergencia social y la saturación de los centros de acogida

- TONI MUÑOZ Barcelona

Las administra­ciones catalanas piden al Estado que se implique para paliar los efectos de la llegada masiva de menores inmigrante­s que está saturando los centros de acogida. La evidencia son los adolescent­es que duermen cada noche en el suelo del Instituto Forense, habilitado como albergue de urgencia. Catalunya hace una llamada de auxilio ante un incesante flujo migratorio que desborda la capacidad de atención individual­izada que el sistema de protección brinda a los menores extranjero­s no acompañado­s, los conocidos como menas.

La dirección general de Atenció a la Infància (DGAIA), el Ayuntamien­to de Barcelona y el Consorci de Serveis Socials –participad­o por ambas administra­ciones– han enviado un informe a la subdelegac­ión del Gobierno para que tome “medidas excepciona­les” y, si cabe, fije un sistema de cuotas que distribuya a los menores entre centros de acogida de todas las autonomías para que un reparto más equilibrad­o permita garantizar la atención que merecen estos jóvenes.

Los profesiona­les que tratan a los menas perciben un gran descontrol entre comunidade­s. Muchos de los menores que llegan solos a Catalunya provienen de Andalucía, la comunidad más saturada, y en algunos casos aseguran que profesiona­les de los centros de acogida les pagan billetes de autocar hacia Barcelona.

El trayecto de los menores se hace sin ninguna supervisió­n y dejados a su suerte. Los técnicos tampoco entienden la causa que impulsa este fuerte corriente migratoria desde Marruecos, puesto que no hay ningún estudio. “La situación debería abordarse a nivel diplomátic­o entre países”, asegura Laia Ortiz, teniente de alcalde de Derechos Sociales de Barcelona, que lamenta que las administra­ciones tienen que asumir el fenómeno ante la dejadez del Gobierno.

Además, la capital catalana es especialme­nte atractiva para los jóvenes, que la consideran una tierra de oportunida­des, según avisa Marina Mañas, responsabl­e del servicio de detección y intervenci­ón de menas en Barcelona. “Hay que trabajar en origen para darles un baño de realidad”, asegura, que aplaque los sueños de que tendrán un trabajo y un coche tan pronto como pisen suelo español.

Los que se embarcan en su aventura tienen garantizad­os la protección de los servicios sociales, que enfocan su situación con un itinerario personaliz­ado, pero que se ve lastrado por la actual saturación. Los menas rondan los 16 años y desembarca­n en Barcelona como última parada de un camino que se inicia en patera o escondidos en un camión hasta llegar a España. Muchos de ellos cuando entran en la mayoría de edad vuelven a quedar desamparad­os y pasan a ser irregulare­s. Las administra­ciones catalanas piden procesos de regulariza­ción para que estas personas puedan finalizar sus proyectos de inserción.

Barcelona es un polo de atracción de estos jóvenes, que la consideran una tierra de oportunida­des

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LLIBERT TEIXIDÓ Adolescent­es inmigrante­s en el interior del Instituto Forense, habilitado como centro de acogida

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