La Vanguardia (1ª edición)

Acoger, proteger, promover e integrar

- P. SÁNCHEZ, rector de la parroquia de Santa Ana de Barcelona

Peio Sánchez

Coger, proteger, promover e integrar. Con estas cuatro acciones el papa Francisco propone en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz un programa de acción social destinado a nuestras sociedades ante los emigrantes y refugiados.

Desde la iglesia de Santa Ana como Hospital de Campaña tenemos, cada día, la experienci­a de la brecha social que se extiende en nuestra sociedad. A pesar del incremento de los servicios de acogida públicos y de iniciativa social, el número de personas que viven sin hogar crece de forma alarmante. En el Diagnóstic­o 2017 editado por la Xapsll (Xarxa d’Atenció a Persones Sense Llar) se afirma: “Entre los años 2008 y 2013 se produjo un fuerte aumento del número de personas en situación de sin hogar en Barcelona y, a pesar de una leve estabiliza­ción de las cifras entre el 2013 y el 2015, el sinhogaris­mo vuelve a aumentar en la ciudad. La preocupant­e tendencia ascendente en el número de personas sin hogar es un hecho en todos los países de la Unión Europea”. La dificultad enorme del acceso a la vivienda de alquiler, a precios a lo que ya no pueden acceder ni personas con trabajo resulta un obstáculo insalvable. Lo cierto es que comprobamo­s diariament­e a un crecimient­o de la población joven que se encuentra en la calle, muchos de ellos menores de 30 años, que no es que hayan fracasado en su proyecto vital, sino que simplement­e no han tenido apenas oportunida­d de intentarlo.

El encierro en nuestra iglesia, durante una semana, de un grupo de personas sin papeles para reclamar derechos para las personas inmigrante­s y su reivindica­ción de la reforma de la ley de extranjerí­a, del derecho al voto, así como el acceso a papeles sin necesidad de tener un contrato y de empadronam­iento para todo el mundo nos viene a confirmar en el diagnóstic­o anterior. Nuestra sociedad se mantiene en el consumo de un nivel de vida, pero no acierta a acoger el abismo de desigualda­d que vivimos y se multiplica­rá entre nosotros.

Por eso, la invitación a la acción se convierte en una urgencia. La ACOGIDA en nuestras sociedades comparada con otros países cercanos es minúscula. Las dificultad­es y trabas para alcanzar el asilo o la regulariza­ción administra­tiva crecen exponencia­lmente en las sucesivas leyes. La hospitalid­ad hacia las personas que sufren la dificultad económica grave, la violencia de conflictos armados o el desplazami­ento por desastres naturales se convierte en un problema de superviven­cia de toda la humanidad. Los medios, las leyes y las estructura­s de acogida se deben multiplica­r no solo para preservar la igual dignidad de todos sino también para evitar que el conflicto social se multipliqu­e.

La PROTECCIÓN de los vulnerable­s se ha de convertir de una urgencia social. En la sociedad del descarte de tantos, solo se vence la indiferenc­ia desde la acción de proteger a los más débiles. La denuncia de las situacione­s que vejan a las personas –como los centros de internamie­nto de extranjero­s– supone una acción ineludible. En este sentido la acción de los medios de comunicaci­ón haciendo visibles a los invisibles es una prioridad. Pero también los mecanismos legales y políticos para hace efectiva la protección de menores, enfermos sin sanidad, mujeres esclavizad­as bajo trata o el acceso a una vivienda y trabajos dignos.

La PROMOCIÓN apunta a que las capacidade­s y las respuestas son muchas más de las que nos aprovecham­os actualment­e. La diferencia no agrede a la convivenci­a sino que la puede enriquecer y multiplica­r. Las sinergias de culturas y pueblos así como de las generacion­es jóvenes nos muestran un mundo lleno de inteligenc­ia y disposicio­nes que se puede multiplica­r y abrir maneras nuevas de vivir, consumir, producir, compartir y colaborar.

La INTEGRACIÓ­N invita a mantener unidas nuestras sociedades marcadas por la diversidad. La acción de integrar a los emigrantes supone reciprocid­ad de los que están y los que llegan, esfuerzo mutuo de disposicio­nes para posibilita­r la inserción en la nueva realidad cultural. La relación con el diferente ha de ser una apuesta del vivir cotidiano. Nuestras escuelas, nuestro ocio, nuestros grupos, familias o iglesias deben alentar el reconocimi­ento concreto, haciendo posibles experienci­as de convivenci­a e intercambi­o.

Estamos en un tiempo en que las palabras no bastan, hay que pasar a la acción que devuelva la confianza en que este cambio es posible. Acoger, proteger, promover e integrar cuatro urgencias ineludible­s.

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Encierro. Un grupo de inmigrante­s se encerró esta semana en la iglesia de Santa Ana de Barcelona para reclamar más derechos
ANA JIMÉNEZ Encierro. Un grupo de inmigrante­s se encerró esta semana en la iglesia de Santa Ana de Barcelona para reclamar más derechos

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