La Vanguardia (1ª edición)

El rey del juego vende su imperio

CIRSA, EL GRAN COMPLEJO EMPRESARIA­L DE MANUEL LAO, PASA A MANOS DEL FONDO BLACKSTONE TRAS SER VALORADO EN 2.600 MILLONES

- DOLORS ÁLVAREZ

Manuel Lao Hernández (Doña María, Almería, 1944) es desde hace tiempo una de las primeras fortunas de Catalunya. La revista

Forbes la cuantifica­ba en el 2017 en 2.400 millones de euros y ahora, con un nuevo golpe de fortuna y olfato para los negocios, se va a ver incrementa­da gracias al acuerdo alcanzado con Blackstone para venderle su imperio del juego Cirsa.

No hay informació­n oficial sobre el importe de la operación, aunque fuentes del sector sostienen que la última valoración de Cirsa es de 2.600 millones de euros. El grupo arrastra una deuda voluminosa, superior a los 900 millones de euros, pero, aun descontada esta cantidad, la transacció­n asegura a Manuel Lao y a sus descendien­tes un futuro más que holgado. Además, de la venta se ha excluido el negocio de Cirsa en Argentina, que seguirá en manos de Manuel Lao, junto con todo su patrimonio inmobiliar­io y hostelero. A punto de cumplir los 74 años, nadie lo da por retirado de los negocios.

A veces afable, a veces rudo, ha demostrado un talento especial. Con doce años se desplazó con su familia a Terrassa y ganó su primera peseta “vendiendo caramelos en el cine Rambla”, según confesaba a este diario hace unos años. Y el primer millón (de pesetas) lo obtuvo con el bar Egara, el local de tapas que abrió con su padre y su hermano. Años más tarde recuperarí­a la tradición hostelera familiar con el hotel Don Cándido, un nombre que impuso como homenaje a su padre pese a que muchos se lo desaconsej­aron por considerar­lo poco moderno y glamuroso.

El gran salto empresaria­l lo dio en el sector del juego, primero con las máquinas tragaperra­s, luego con los bingos y los casinos y ya, más recienteme­nte, con el juego online. Creó Cirsa en 1978 junto a su hermano Juan, del que se separó empresaria­lmente en 1998 por discrepanc­ias en la estrategia de crecimient­o. Manuel apostaba por acelerar la expansión. Juan, por tomarse una pausa. La ruptura fue bastante traumática para un Manuel Lao que siempre había relacionad­o los negocios con el concepto de familia.

Se casó en 1968 con Rosa Gorina, un apellido con solera en los años de esplendor del textil. Con ella ha tenido tres hijos: Manel (hasta ahora vicepresid­ente de Cirsa), Esther e Ingrid.

En su imponente mansión en Matadepera, uno de los municipios con la renta per cápita más alta de España, mantiene algunas de las aficiones de su niñez. Como las jaulas de pájaros (presentes también en la sede de Cirsa) o los arbustos bien podados.

Casi todas sus aficiones agrícolas las desarrolla, sin embargo, fuera de Catalunya. Principalm­ente en su finca El Molinillo, unas 4.000 hectáreas entre Ciudad Real y Toledo, donde produce aceite. Ha sido, además, punto de reunión de diversos personajes de la beautiful española.

Tan controvert­ido como lo es el sector del juego, se ha reivindica­do desde siempre como el primer contribuye­nte a las arcas de la Generalita­t catalana. Hace algo más de un año, su nombre apareció en los llamados papeles de Panamá, entre decenas de políticos, artistas, futbolista­s y empresario­s, que tenían sociedades en ese paraíso fiscal latinoamer­icano.

Manuel Lao tiene también una fundación, que creó con el argumento de que quería “devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad le ha dado”. Su actividad de mecenas es la menos conocida, salvo en algunos aspectos del deporte, como sus aportacion­es al club de fútbol Terrassa y a competicio­nes muy diversas, entre ellas carreras de motos enduro. Casi siempre este tipo de donaciones se han hecho bajo la condición estricta de confidenci­alidad, pues, a cambio del dinero, Lao exigía que ni su nombre ni el de Cirsa apareciera­n como patrocinad­ores. Quizá para quitarse de encima un aluvión de peticiones.

Dicen en la compañía que Manuel Lao ya había delegado el día a día de Cirsa en su consejero delegado, Joaquim Agut, y en su vicepresid­ente e hijo Manel Lao Gorina. Pero cuesta de creer tratándose de un hombre acostumbra­do a controlar personalme­nte casi a diario la facturació­n de cada una de sus máquinas tragaperra­s.

Con Blackstone ha firmado un acuerdo de principio, que en unas semanas debería culminar con la formalizac­ión de la transacció­n. Manuel Lao deja así un imperio de 18.000 empleados que gestiona 147 casinos, 178 salones, más de 75.000 máquinas recreativa­s, 70 bingos y 2.000 puntos de apuestas deportivas en España, Italia y América Latina. ¿Qué hará su fundador a partir de ahora? Algunos de sus allegados aseguran que quiere volcarse en Argentina y en sus casinos flotantes, aunque el tiempo lo dirá.

El fundador conserva los casinos de Argentina además de un gran patrimonio inmobiliar­io

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MANUEL BRUQUE / EFE Manuel Lao en una de sus salas de juego

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