La Vanguardia (1ª edición)

El efecto ‘backfire’

- Susana Quadrado

Este artículo lleva una firma, aunque en justicia debería asignarse a un colega de El País, Javier Salas. No entraremos a discutir la obviedad de que todo el mundo tiene derecho a su propia opinión y que esto constituye la esencia de la democracia. Pero una cosa es eso y otra muy distinta ponerse a dar voces en Twitter a base de manipular la verdad bajo el pretexto de que lo haces por el interés público y no a mayor gloria tuya. Ja, ja y ja.

El penúltimo culebrón en esa olla de grillos y vanidades que es Twitter ha llegado por la noticia de que el Gobierno retirará miles de productos homeopátic­os del mercado porque estos no han pedido la necesaria autorizaci­ón para su comerciali­zación ante la Agencia Española del Medicament­o. Punto. Es aquí donde Bea Talegón –197.000 seguidores, atención– dictó palabra (hueca) de dios(a) convirtien­do los hechos en un auténtico delirio.

“¿Por qué se persiguen cosas que se supone que son inocuas?”, se preguntaba en su primer tuit @BeatrizTal­egon. Y @javiersala­s respondió. Aquí reproduzco el hilo que escribió el periodista de El País el miércoles.

1/ Gracias a Beatriz Talegón tenemos un buen ejemplo, real y precioso, de por qué no sirve de nada tratar de convencer a nadie en redes sociales. Y de por qué tuitear sólo sirve para polarizar y enfrentar (y muy poco para llegar a acuerdos).

2/ Ayer Talegón puso ese tuit de arriba, comentando de pasada una noticia nuestra: que se empieza a ordenar el mercado de la homeopatía. Un asunto, el de las bolitas de azúcar que no curan, sobre el que hay bandos y (casi) todo el mundo tiene una opinión muy firme. Y se lió, claro.

3/Algunos nos burlamos y otros trataron de convencerl­a con argumentos. ¿El resultado? Talegón nunca había tuiteado nada sobre la homeopatía hasta ayer, según el buscador. Ahora lleva casi 60 tuits defendiend­o su uso y diciendo que la medicina mata y mentiras de la OMS.

4/ Es lo que se llama efecto backfire y una de las razones fundamenta­les por las que las redes polarizan. Recibir argumentos en contra de lo que piensas refuerza esa creencia.

5/ Las docenas de tuits y links que puso son cosas que googleó después de recibir críticas, básicament­e lo que fue encontrand­o que reforzara su opinión. Ahí trabaja el sesgo de confirmaci­ón: sólo me valen los datos que me dan la razón.

6/ Así es como funcionan las cosas: deslizó una simple opinión sobre un asunto y ahora tiene una posición fuerte sobre ello, ha encontrado más argumentos que consolidan su idea y, de regalo, ahora suma al cóctel que la medicina mata y blablabla. Backfire de libro.

7/Además, sus 200.000 seguidores reciben la idea de que hay un debate sobre esta cuestión (no lo hay). Y como la discusión aquí es a vida o muerte, los que la siguen también han polarizado su opinión, porque todo el mundo se enroca a lo bestia en su opinión cuando hay pelea.

8 y FIN/ Y de golpe, por un tuit que se puso de pasada, tenemos una creencia (errónea) reforzadís­ima. Ahora piensen en la política (u otros asuntos subjetivos y discutible­s). (...) ¡Bravo por Javier Salas!

En una nueva polémica en Twitter, Bea Talegón se acomoda en la teoría de que sólo me valen los datos que me dan la razón

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