La ratonera del Partido Popular
La pregunta al terminar otra semana horribilis es: ¿le puede pasar algo más al PP? Me refiero a su imagen de partido honesto, de cuentas transparentes y que cumple todas sus obligaciones contables. Pues sí, le pueden pasar todavía dos cosas: que cualquier conocedor de más papeles, por ejemplo un tal Bárcenas del que se habla mucho, se anime a difundir la lista de todos los donantes, anónimos o no. Seguro que tiene la relación completa, con las cantidades anotadas. Y algo peor: que algún investigador haga un trabajo de búsqueda de casualidades y encuentre que hubo concesiones de obras o servicios a tan generosos protectores.
Ese es el miedo que atenaza al partido y que quizá explique muchas de sus torpezas en este episodio, que parece un serial que no sabría si incluir en el sector dramático o cómico. Dramático, porque viene a agravar la sensación de corrupción, que Rajoy niega que sea generalizada. Cómico, por las acciones del personaje central a quien, como alguien dijo, sólo le falta presentar una querella contra el partido por acoso sexual. No lo descarten, porque Bárcenas fue en sus buenos tiempos el “tío macizo” de Génova, que levantaba suspiros en las secretarias y era la galantería personificada.
La cuestión es que su caso ha dado un salto cualitativo. Los papeles ya no se refieren a sobresueldos. La entrada de la UDEF y el juez Ruz en esa cacharrería los han transformado en los papeles de las donaciones, ese misterio de los partidos conservadores, porque los de izquierda no suelen encontrar esas dádivas ni suelen tener partidarios capaces de regalar millones, ni de pesetas. Ahora, al topar de bruces con varias causalidades, sobre todo la conexión Bárcenas-Crespo, que sugiere oscura financiación de elecciones gallegas, un temblor recorre la espina dorsal del partido gobernante. Cada día que pasa da la impresión de que esa organización está metida en una ratonera. Queda instalada en la desconfianza, incluso entre compañeros. Se queman sus portavoces. Algunas explicaciones inspiran chascarrillos. Y hasta los efectos de un paso tan decidido como meditado (la presentación de una demanda en defensa del honor) quedan anulados en 24 horas por el descubrimiento de las raíces de Gürtel en el corazón de Génova.
Ignoro si el PP tiene conciencia de la gravedad. Convendría que la tuviera, porque es el partido que lleva las riendas del Estado, y no puede permanecer mucho tiempo bajo sospecha. No puede pedir sacrificios a unos ciudadanos que todos los días reciben el mensaje de riadas de dineros incontrolados que circularon por sus ventanillas. Y no puede seguir dando la funesta impresión de que no sabe salir del cerco o está amordazado por un señor de extrañas artes financieras. Yo no creo que sea un problema de comunicación, como se está diciendo. Creo que es un problema de valentía y de bisturí. Con esta seguridad: si tienen problemas para explicar los hechos, es que los hechos quizá sean inexplicables. Y siempre será mejor que los expliquen ellos que el magistrado Ruz.