‘On the sunny side of the street’
En una de las entradas de su maravilloso Dietari, Pere Gimferrer se refería a la canción de Billie Holiday On the sunny side of the street para recordar que, en las ciudades trazadas a cuadrícula, las calles tienen siempre un lado oscuro y frío, y otro soleado: el que buscamos para andar. En la Diagonal es el de la montaña, y tal vez por eso allí se han ubicado comercios y espacios muy distintivos. Varios fueron a parar al tramo que va del paseo de Gràcia a la calle Aribau.
Antes de llegar a Via Augusta se alzaba el suntuoso cine Windsor y, unos metros más allá, Gales, referencia indumentaria de la Barcelona acomodada. Siguiendo a la izquierda estaba Grifé y Escoda, catedral del interiorismo y las listas de boda de los años sesenta, y las granjas Balmoral, elegante punto de encuentro de la gente mayor y los amantes del chocolate con nata. En la esquina de Balmes, Gonzalo Comella, otro must del vestir. Antes de Tuset, la bolera Boliche, con su scalextric gigante; con igual nombre fue bar de diseño, y por último cine en versión original hasta hace poco.
El cambio en las ciudades activa nuestra melancolía. Lamenté que desaparecieran estos emporios urbanos y lamento –aunque menos– el cierre de Habitat, que ya es de la era de la franquicia. Me alegro sobre todo de que en su lugar no abran otra discoteca, de las que han convertido Tuset en punto noctámbulo caliente con su reguero de vasos y botellas, vómitos y orines. Algún sábado a primera hora me cruzo con integrantes de la brigada municipal de limpieza, barriendo y regando. Señores, gracias por su trabajo.