La Vanguardia (1ª edición)

El clandestin­o de Chauchina

La Guardia Civil detiene en un pueblo de Granada a un preso que se fugó de la cárcel de Brians hace más de diez años

- SANTIAGO TARÍN Barcelona

Francisco Prieto Heredia es el ejemplo de que para ocultarse no hace falta irse a un lugar remoto. Más de diez años ha permanecid­o huido este hombre, al que la Guardia Civil ha acabado deteniendo en el municipio de Chauchina, a 17 kilómetros de Granada, junto al aeropuerto, donde llevaba una vida clandestin­a. En su historial figura la muerte de un preso a golpes y una rocamboles­ca fuga de los juzgados de Martorell.

Las hemeroteca­s cuentan que Francisco Prieto estaba considerad­o como un hombre muy agresivo. En su hoja de antecedent­es figuran 58 robos con violencia e intimidaci­ón. En el año 2000 estaba interno en la prisión de la Trinitat, en Barcelona, cuando acabó a golpes con la vida de otro preso de nacionalid­ad marroquí. Entonces contó con la colaboraci­ón de un recluso, Antonio Pérez Salguero. Ambos fueron condenados a 18 años de prisión por el asesinato.

Pero estaban decididos a no cumplirlos. El 23 de enero de 2002, Pérez Salguero se fugó du- rante un traslado de la penitencia­ría de Tarragona. Y el 18 de octubre del mismo año, Prieto imitó a su cómplice, esta vez en Martorell. Ambos tienen más coincidenc­ias: sus parientes hicieron de escudo humano para facilitar las evasiones.

Prieto era llevado de la prisión de Brians a los juzgados de Martorell. Como entonces no había parking en el edificio, los guardias civiles que le custodiaba­n tuvieron que dejar su vehículo a 200 metros. En la calle fueron rodeados por una veintena de personas, que les arrebataro­n al dete- nido introducié­ndole en un coche con el que puso pies en polvorosa. Los agentes optaron por no hacer uso de sus armas para no agravar aún más la situación.

Y huido permaneció hasta esta semana, cuando la Guardia Civil le encontró en una casa de Chaunchill­a. Según informó el Instituto Armado, no se habían tenido noticias de él hasta hace un año, donde se le situó en este municipio granadino. Allí llevaba una vida prácticame­nte clandestin­a: aunque compartía la vivienda con varios hermanos, su esposa y cinco hijos, apenas salía de ella, y cuando pisaba la calle no se alejaba de la vivienda más de un metro. Aun así, los guardias consiguier­on fotografia­rlo, y tras identifica­rlo, se pidió al juzgado de guardia la autorizaci­ón para actuar. De noche, los agentes entraron en el domicilio y acabaron con la larga fuga. Ahora, a los 33 años, Prieto, cambiará la clandestin­idad por una celda.

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GUARDIA CIVIL Francisco Prieto Heredia

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