El guardián del rock progresivo
Carl Palmer presenta en concierto una actualización con nuevos arreglos de los clásicos de Emerson, Lake & Palmer
Lo califican como el batería de los baterías, aunque posiblemente más exacto sería considerarlo como uno de los baterías más proteínicos de la historia del rock. Carl Palmer es así al frente de los bombos y platillos: vigoroso y responsable de algunos solos interminables que han pasado a los anales del género, ya fuera en Atomic Rooster, Asia pero sobre todo en Emerson Lake & Palmer y en su actual carrera en solitario. El músico británico, a punto de cumplir 63 años, ofrecerá mañana en la sala Music Hall (20 horas) el único concierto español de la Carl Palmer Band, un trío liderado por él que ofrecerá un menú que ha bautizado inequívocamente “A night with Emerson, Lake & Palmer Music”.
Emerson y compañía. Al otro lado del hilo telefónico, el músico de Birmingham recuerda sus reiteradas visitas musicales a España, e insiste en recalcar la actividad incesante que ha estado desarrollando en los últimos tiempos al frente de su trío, “una apuesta por los jóvenes músicos”. A diferencia de otros pasados tours, en esta ocasión Palmer y sus cómpli- ces (Paul Bielatowicz, guitarra, y Simon Fitzpatrick, bajo) encaran un repertorio íntegramente de E,L & P “porque después de estar tocando en las giras de los últimos años algunas piezas de aquella época, me apetecía hacer una especie de integral con arreglos totalmente nuevos para guitarra; fíjese que algunas de esas composiciones fueron escritas en su día por Keith [Emerson], que era teclista, y en mi grupo actual no lo hay”.
Emerson, Lake & Palmer fue uno de los primeros ejemplos de supergrupos de la historia, formaciones construidas con músicosestrella de procedencias diferentes, y que en ocasiones se han considerado como llamativas operaciones de marketing. “Musicalmente fue un grupo que hizo cosas muy importantes. Por una parte, llevamos al gran público del rock piezas de corte clásico de Béla Bártok, Janácek o Bach; por ejemplo, fuimos los primeros en meter baterías electrónicas en un concierto de Alberto Ginastera. Y por otra parte, hicimos un disco como Brain salad surgery que fue una obra capital, porque demostramos que con el rock progresivo se podían hacer música con mayúsculas”. ¿Y qué hay de esos montajes pretenciosos, tal como les calificaban sus críticos? Acostumbrado a la cuestión, Palmer reconoce que “efectivamente éramos pomposos, éramos una banda de rock inglesa que hacíamos versiones grandilocuentes de piezas clásicas y de rock progresivo. Pero eran unas propuestas que en aquella época eran bastante normales, pero desde la perspectiva de hoy, con una industria que tiene una visión más bien restrictiva del negocio, lo que hacíamos era una desmesura, superproducción sin sentido”.
Rock progresivo. Palmer sigue siendo un abanderado convencido del rock progresivo, de ese prog rock que durante finales de los setenta y los ochenta fue una de las músicas favoritas de la afición (E,L&P, Yes, King Crimson), y que vivió directamente también como miembro de Asia, otra superbanda que emergió tras la primera disolución de Emerson y compañía, y que manufacturaron un rock mucho más comercial. “Sí, es cierto, la música que hicimos allí era claramente comercial, pero ello fue debido a que la idea que había detrás de ese grupo es que hiciésemos música que fuese radiable en Estados Unidos. La MTV se lo estaba comiendo todo...”. La única nota de pesar que asoma en su discurso metódico es cuando reconoce que “el rock progresivo es un estilo que lo tiene muy difícil en el mercado de la música desde hace años. Y eso es triste, porque es muy creativa”.