Crear, bailar, volar...
Fin de semana especial en el Mercat de les Flors. La catalana Roser López Espinosa (Granollers, 1980) –alter ego de Àngels Margarit en la retrospectiva del clásico Co
rola– presenta el que es su primer proyecto de larga duración (45 minutos), un conjunto de escenas en torno al deseo de volar y lo que supone esa fantasía ancestral del ser humano: la animalidad del cuerpo, el aprendizaje, la resistencia, la belleza, la libertad... “Y ese esfuerzo físico enorme que ves que hacen las aves cuando mi- gran”, añade. A dúo con el bailarín y bregado creador libanés Guy Nader, la catalana presenta en Lowland una serie de postales alrededor de ese deseo inefable.
Vinculada a la compañía Mudances pero abierta a otras colaboraciones –ha tra- bajado también con Gelabert e Isaki Lacuesta, Iago Pericot o Las Malqueridas–, López Espinosa reivindica su dualidad de intérprete y creadora. De hecho, cuando decidió dejar la gimnasia y decantarse por la danza, se marchó a Holanda atraída por un método técnicamente exigente –estuvo en el Theaterschool y la Escuela superior de artes de Amsterdam– y que formaba a bailarines en la creatividad, “con coreógrafos que te introducen en su imaginario y te piden que generes tu vocabulario”, explica. “He tenido la suerte de trabajar siempre con creadores que utilizan el imaginario del bailarín, que te piden que aportes. Me parece un modo muy hermoso de sentirse involucrada, de ver que esa pieza sin ti no sería la misma”.
Tras sus éxitos con piezas cortas –por Europa, Egipto, Canadá e incluso Japón–, López Espinosa tiene claro que quiere seguir cultivando esas dos facetas, la de intérprete y la de creadora. “Quiero seguir trabajando con coreógrafos que me fascinan, en Europa es algo que se hace a menudo, es muy enriquecedor”.