La Vanguardia (1ª edición)

“Utilizamos el fútbol para enseñar valores”

Tengo 85 años. Nací en Terrassa y vivo en Barcelona. Casado, tengo 8 hijos y 15 nietos. Licenciado en Derecho y en Económicas, soy exjugador de fútbol profesiona­l. Veo un deterioro de la clase política y creo que la corrupción es hija de la educación. Soy

- IMA SANCHÍS

Maestro? Así me llamaban en el siglo pasado, ¿cómo lo sabe?

Jugó usted en el Barça, el Real Madrid, el Espanyol y la selección española... Tenía una cierta habilidad técnica. Pero dejé el fútbol porque tenía ofertas mejores en el campo empresaria­l. Entonces en el fútbol no se pagaba lo que se paga ahora.

¿No le parece una vergüenza? Hay muchos equipos en crisis a causa de las cifras astronómic­as que pagan a los jugadores los que manejan el dinero, que, obviamente, no es suyo. Y no me gusta que se premie a los jugadores, son las vitrinas de los equipos las que han de acumular premios.

Usted ha dado muchas vueltas... He viajado, pero no he sacado fruto de ello. Lo esencial lo llevaba ya conmigo: la fe y el amor por la familia. Una vida no la hace el trabajo, sino las personas con las que se convive. Yo llevo toda la vida casado y sigo enamorado. El amor no termina nunca, hay que fabricarlo cada día.

¿Y cómo se hace eso?

¡Pues amando!... Y nunca se ama demasia- do. Yo cada día le digo a mi mujer “te quiero” y la cojo de la mano mientras vemos la televisión; le doy las gracias por prepararme el desayuno, la comida y la cena, y lo hago con amor. Si no lo trabajas, el amor muere.

¿Cuál ha sido la herramient­a más útil de su vida? El examen de conciencia cada noche antes de acostarme: analizas lo bueno y lo malo, sacas tus propósitos para el día siguiente y te duermes tranquilo porque estás haciendo todo lo que puedes. En una de esas noches surgió la fundación: pensé que esa habilidad que Dios me había dado para jugar al fútbol yo debía dársela a los demás.

Y creó su fundación escuela de fútbol. Con la ayuda de mis hijos, en 1978. Ninguno de nosotros vive de ella. Cada uno tiene su profesión al margen, pero le dedica una parte de su tiempo; y ya estamos en 28 países.

¿Cómo se mantiene la fundación? Todo gira en torno a la escuela de fútbol, tenemos niños externos e internos que van a un colegio con el que tenemos un acuerdo. Los que pueden pagar pagan, y con ese dinero se mantiene a los que no pueden pagar. Más de tres millones de chicos siguen nuestra metodologí­a en todo el mundo. ¿Un método de enseñanza de fútbol? Sí, y más allá de la técnica, nuestro objetivo es crear jugadores libres, inteligent­es, con valores y empleabili­dad futura. Libres para que puedan elegir, e inteligenc­ia para tomar las decisiones correctas.

¿Y eso cómo se educa? Mediante 16 puntos. El primero es la humildad: saber que no sabes. Partimos del desconocim­iento inconscien­te (se creen el centro del mundo y piensan que ya lo saben todo). El segundo punto es el desconocim­iento consciente...

Se dan cuenta de que no saben. ... Luego viene el conocimien­to consciente y de ahí pasamos al conocimien­to inconscien­te: cuando los movimiento­s técnicos están asimilados y surgen sin pensar.

Nunca habría asociado fútbol e inteligenc­ia. Los chavales que vienen a nuestra escuela quieren ser jugadores profesiona­les y nosotros utilizamos el fútbol como un acicate para que entren en la dinámica del estudio, ese es nuestro trabajo. Nos vienen chicos de África, Centroamér­ica... Nosotros adaptamos los estudios a sus posibilida­des.

Póngame un ejemplo. A los niños que vienen sin estudios previos les facilitamo­s que obtengan el título de primeros auxilios, y no sabe el orgullo de tener un primer título y el empuje que representa. Así pasan de que el fútbol sea lo único en su vida a que se les abran horizontes. Algunos han llegado así a la universida­d.

¿Ustedes los ayudan a estudiar? Sí, tenemos tutores, profesores, refuerzos y técnicas de estudio, psicopedag­ogos. Todos los profesores tienen dos carreras y hablan idiomas porque el personal tiene que dar ejemplo. El tutor de estudios es nigeriano, doctor en Pedagogía y domina siete idiomas.

... Para aprender fútbol ya vienen motivados, por eso nuestro empeño está en lo académico, en la convivenci­a y en los valores. Los chicos con recursos se mezclan con los chicos sin recursos, y el ambiente hace el resto.

Hábleme de ese ambiente. Compañeris­mo, motivación, disciplina. El niño con recursos al que le gusta el fútbol se encuentra con jugadores de muchísimo nivel que son chicos sin recursos que vienen de África, de Honduras..., chicos para los que estar aquí es lo máximo que les podía haber pasado en su vida.

Entiendo. Son estos chicos becados los que empujan a los otros hacia esa emoción e ilusión por esforzarse y hacer algo en común.

¿Consiguen eliminar las diferencia­s de clases sociales? El dinero es la mayor barrera social y aquí no sirve para nada; la única moneda de cambio es que te valoren, el compañeris­mo.

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ANA JIMÉNEZ

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