De ‘Forbes’ a ‘La Farola’
NO existen tantas diferencias como parece entre ser rico o pobre. De hecho, son profesiones que exigen estar ocupado todo el día. La primera administra obsesivamente el beneficio, y la segunda gestiona con obcecación la miseria intentando no morir en el intento. Son trabajos a tiempo completo. Pero mientras la bonanza desbocada cuenta con publicaciones que la ensalzan, la indigencia carece de plataformas mediáticas, probablemente debido a su agónica subsistencia. La revista estadounidense Forbes, icono de los milmillonarios del mundo mundial, cuenta desde este mes con una edición española. ¿Para cuándo la griega? El valor mediático de la cosa consiste en publicar cada año la lista de los terrícolas más ricos. Pese a su dudoso rigor económico, quien no sale en las múltiples listas de la publicación rosa del capitalismo acaba siendo un acaudalado insignificante. Siendo abrumadora mayoría, los residuos humanos del sistema deberían aprender. Contratar a un alto ejecutivo arruinado que, de entrada, resucite La Faro-
a escala mundial para publicar anualmente el ranking de los más desheredados. Tarea ardua con tantos millones de indigentes. La nueva multinacional de la pobreza debería constituir también organismos de prestigio como el Banco Central de la Miseria, con sede en Lusaka (Zambia), o el Fondo Inframonetario Internacional, con cuartel general en Puerto Príncipe (Haití). Otros entes dedicados a fomentar inversiones ruinosas nada especulativas, crear instrumentos financieros que fomenten la mendicidad o la concesión de créditos al hambre también podrían radicarse en Chad, Zimbabue o la franja de Gaza. No lo duden: si alguien es capaz de encontrar una dinámica especulativa que fomente aún más la miseria, nos recomendará invertir en el negocio.