El brasileño Scherer y el italiano Scola, entre los principales favoritos
día. Y, por la tarde, sobre las 7. Eso sí, en cuanto haya una votación válida –con mayoría de dos tercios– y el elegido acepte, se producirá la fumata blanca y repicarán las campanas. No habrá ningún comunicado por vía de correo electrónico o de SMS, pues, según el portavoz, se quiere preservar la “belleza” y el suspense del método antiguo.
Las nuevas normas modificadas por Benedicto XVI establecen que, después de 34 votaciones, si no se ha logrado elegir papa, se procede a un escrutinio entre los dos primeros en la votación anterior. Será, pues, una es- pecie de votación de desempate. Pero seguirá vigente la regla de la mayoría de dos tercios.
La prensa italiana coincidía ayer en destacar dos nombres como los principales favoritos, el brasileño Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo, y el italiano Angelo Scola, arzobispo de Milán, aunque hay otras figuras fuertes en liza, como el arzobispo de Boston, el capuchino Séan O’Malley, el arzobispo de Budapest, Péter Erdo, o el cardenal canadiense Marc Ouellet.
Según una de las teorías, a Scherer lo apoyarían en la curia romana –con la condición de que el futuro secretario de Estado fuera italiano–, mientras Scola ten- dría el respaldo de los extranjeros. Obviamente todo son conjeturas porque se desconoce cómo han impactado las intervenciones en las congregaciones generales y qué se ha hablado en privado o en círculos reducidos. Los próximos dos días pueden ser decisivos. Marco Politi, el respetado vaticanista de Il Fatto Quotidiano, escribía ayer que la elección “está en manos de los indecisos” y apuntaba el nombre de otro cardenal brasileño, más discreto, que podría dar la sorpresa: João Braz de Aviz, que ha ocupado un alto cargo en la curia.
Uno de los aspectos hoy anecdóticos de la sede vacante, aunque antes revestía importancia, es la anulación del anillo del Pescador y de los sellos y timbres vinculados al anterior papa, para evitar la eventual falsificación de documentos. Se trata de ritos que se mantienen, aunque modificados. El anillo del Pescador se destruía antes con un martillo. Ahora se anula simplemente añadiendo una raya cruzada. Se hace también con una reproducción idéntica, con forma de sello. Se anulan asimismo dos timbres secos por documentos pontificios y la matriz de plomo el sello de las bulas pontificias. El anillo del Pescador que llevará el próximo papa será igual que el anterior, con la efigie del pescador y una red, pero cambiará el nombre que rodea las imágenes.
Para relajar la atmósfera precónclave, los cardenales podrían acudir a ver algún partido de la Clericus Cup, un campeonato mundial de fútbol que se disputa estos días entre más de cincuenta selecciones formadas por curas y seminaristas residentes en Roma. El torneo fue idea, hace unos años, del hoy cardenal camarlengo y último secretario de Estado, el italiano Tarcisio Bertone, un apasionado del fútbol.