La Vanguardia (1ª edición)

Bajo “la luz de Dios”

Los operarios ultiman la preparació­n de la Capilla Sixtina, en cuyos frescos está plasmada toda la teología católica

- EUSEBIO VAL

CCiudad del Vaticano. Correspons­al

lap, clap, clap. Clap, clap, clap. Marco Floriani, de 48 años y tapicero de profesión, ejecutaba su labor, ayer por la mañana, con una cadencia. Clavaba grapas sobre el paño de algodón, de color beige, que cubre la rampa de acceso a la sección principal de la Capilla Sixtina. No se descuidaba ni un detalle. Para la comodidad de los cardenales más ancianos, se ha levantado un pavimento provisiona­l que elimina los escalones.

Es un privilegio entrar en este templo del arte renacentis­ta sin la habitual riada de turistas. La obra de Miguel Ángel puede disfrutars­e con más sosiego. A partir del martes, los purpurados reunidos en cónclave se deleitarán, entre escrutinio y escrutinio, con unas pinturas en las que está plasmada toda la teología católica.

“Es la luz de Dios que ilumina estos frescos y la entera capilla papal”, afirmó Benedicto XVI, el pasado 31 de octubre, con motivo de celebrarse los 500 años desde que Miguel Ángel culminó su trabajo en la bóveda. El hoy Papa emérito habló de “la luz que con su potencia vence al caos y a la oscuridad”, y de la “sinfonía de figuras que cobran vida, en sentido espiritual y estético”.

El tapicero Floriani, que empezó su tarea a las siete de la mañana, no tenía la vista en los frescos sino en el paño que debía quedar bien fijado sobre la tabla de madera. Clap, clap,

La estufa que quema las papeletas de la votación tiene grabadas las fechas de los cónclaves

clap. Clap, clap, clap. No es cuestión de que sus eminencias resbalen y se lastimen.

–¿Qué significa para usted estar trabajando aquí?.

–Es una bella sensación. Ya lo hice en el último cónclave, en el 2005. –¿Y qué es lo más difícil? –Construir el pavimento elevado. Pero esta vez ha sido mucho más sencillo que en el 2005. Lo teníamos bien organizado. Entonces hacía muchos años que no había habido un cónclave.

–¿Preferiría que el próximo papa fuera italiano?

–No tengo preferenci­as. Sea quien sea, me parecerá bien.

Los periodista­s no resistimos a la tentación de hacernos la foto junto a las estufas. La que se usa para quemar las papeletas de votación tiene una larga historia. Fue empleada por primera vez en el cónclave de 1939, cuando fue elegido Pío XII. Está grabada esa fecha y la de los cónclaves sucesivos, en 1958 (Juan XXIII), 1963 (Pablo VI), 1978 (Juan Pablo I y Juan Pablo II) y el 2005 (Benedicto XVI). La otra estufa, más moderna, usada por primera vez en el 2005, es la que produce el humo negro o blanco, pero cuyo tubo confluye con el de la primera estufa y sale al exterior por la misma chimenea.

Varios agentes vigilaban con discreción para que a ningún periodista se le ocurriera ocultar en algún rincón un artilugio de grabación o algo parecido. Cuando se agotó el tiempo previsto, el funcionari­o de prensa vaticano nos invitó a marcharnos. Ya nos lo había advertido: “No es una visita turística. Es una visita de trabajo”.

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