Bruselas, en el disparadero
La Comisión Europea, desbordada por las críticas, pierde los papeles con el Nobel Krugman
EBruselas. Corresponsal
n las convulsas calles del sur de Europa, en uno de los blogs de economía más leídos del mundo... Todas las miradas se dirigen últimamente hacia la Comisión Europea y, en concreto, hacia el comisario de Asuntos Económicos, el discreto finlandés Olli Rehn, como responsable de una crisis económica que dura demasiado y que no reacciona a la cura de austeridad que se le receta sin descanso desde hace tres años.
Bruselas observada, reprobada y maltratada. Lleva malestar en el disparadero. Y en las últimas semanas ha dado muestras de estar desbordada por la presión y soportar mal las críticas. Por ejemplo, con su desproporcionada reacción a las opiniones del Nobel de Economía Paul Krugman sobre su política económica. O las nuevas recomendaciones de viaje emitidas a sus enviados a Atenas, calificadas de desproporcionadas por su propio personal.
Mientras las economías del resto de países del mundo, ricas o emergentes, crecen, la zona euro sigue hundida en una recesión agudizada por los severos recortes del gasto que se aplican de forma simultánea en todo el club. Ante la nueva revisión a la baja de las previsiones de crecimiento de la zona euro, economistas y analistas de todo el mundo han vuelto a cuestionar la validez de la política económica europea.
Y Bruselas ha perdido los pape- les: ha pasado de ignorar educadamente las críticas a enzarzarse en una acalorada discusión con el profesor Krugman a través de la red social Twitter.
El economista estadounidense
Ante las críticas de Krugman, Bruselas le replica: “¿Qué será lo siguiente, escupirnos?”
es el más destacado crítico de las políticas europeas y en los últimos días ha dedicado varios comentarios al tema en su popular blog en la web de The New York Times. El primer post, “Euroilu- siones”, acusaba a Rehn de vivir atrincherado en la negación de la evidencia y de describir como éxitos de la austeridad pequeñas mejoras que Krugman atribuye a otras iniciativas.
Luego llegó “Cucarachas en la Comisión Europea”, más afilado, fiel al estilo provocador de su autor. En él, acusa al finlandés de adoptar ideas económicas que son cucarachas, por aquello de que son casi imposibles de eliminar, “que siempre reaparecen”, en referencia al dogma de la austeridad.
El jefe del servicio de portavoces de la Comisión Europea, Koen Doens, lanzó de inmediato una visceral y poco diplomática respuesta a Krugman: “¿Qué será lo siguiente? ¿Escupirnos?”, comentó en su cuenta de Twitter. En paralelo, el portavoz de Rehn trataba de rebatir a Krugman algunas de sus afirmaciones y otra comisaria, la holandesa Neellie Kroes, calificaba a Krugman de “cínico” y recordaba que no le resultó nada impresionante cuando visitó la Comisión en el 2009.
El profesor estadounidense ha respondido acusando la Comisión Europea de actuar como la administración Bush: criticarle a él era criticar a América y ser antipatriota, recuerda, igual que ahora en Bruselas se considera que criticar sus políticas económicas equivale a ser antieuropeo. Los “eurócratas”, se admira, parecen más interesados “por defender su dignidad de la lengua afilada de los economistas” que por la realidad. Es decir, la mala situación de la economía europea y de la UE como el proyecto político. La élite bruselense, asegura, es incapaz de verlo desde sus elegantes oficinas: “Los que estamos fuera” de esa mampara de protección “debemos hacer todo lo posible para romperla. El ridículo es una buena técnica”, concluía.
Con igual dureza la Comisión Europea fue criticada esta semana por economistas y políticos, en el seminario organizado por el Partido Socialista Europeo en Bruselas. “Es incomprensible que presente nuevas previsiones
La Comisión Europea aconseja a sus enviados a Atenas ocultar su profesión
económicas, se vea que todo va a peor y que aun así se diga que no hay más remedio que seguir aplicando las mismas políticas, es incomprensible”, lamentó Alfredo Pérez Rubalcaba, arremetiendo contra “la austeridad suicida, autodestructiva” y abogando por una austeridad “constructiva” compatible con el crecimiento. “La idea de la UE se está resquebrajando a toda velocidad (...), ese es el fruto político de la austeridad”, advirtió el líder del PSOE en un debate marcado por el resultado de las elecciones en Italia, donde los dos candidatos más críticos con la UE han conquistado más de la mitad de los votos.
Quizás ese clima de mutua desconfianza entre Bruselas y la calle sea la explicación para las nuevas normas de seguridad que la Comisión Europea recomienda seguir a su personal cuando va a Atenas. “Ni el taxista que le lleva al hotel ni el tendero de la esquina deben saber que trabaja para las instituciones europeas”, mejor “invéntese una aburrida historia personal”, aconseja.
Las nuevas consignas contrastan con la experiencia de los eurofuncionarios en Atenas: “Nunca hemos tenido el más mínimo problema”, explica uno de ellos, que considera “una tremenda exageración” las nuevas normas de seguridad. “Lo que sí haría falta –añade– es más comunicación sobre la crisis de la que hay”.