La Vanguardia (1ª edición)

Acelerar

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Otra vez 8 de marzo? ¿Y para qué? Para bien poco. Cuando menos para seguir recordando que las mujeres estamos discrimina­das respecto de los hombres; que seguimos sufriendo desigualda­des de todo tipo y que eso pasa en todas partes. También, en nuestro país. Queramos o no verlo, lo reconozcam­os o no, incluso si pensamos todo lo contrario, somos víctimas de discrimina­ción. Así es nuestro mundo.

Es necesario que exista el día de la mujer marcado en el calendario para que la UE proclame –en voz de Catherine Ashton– la necesidad de acelerar –y el verbo es clave en este caso– los progresos que nos permitan lograr la igualdad de género. Cambios ya ha habido, más de buenos que

C. SÁNCHEZ MIRET, de malos, más aquí que en otras partes; pero, a pesar de tantos años de lucha, hemos avanzado muy poco. La desigualda­d no ha desapareci­do, por mucho que en ocasiones se nos haga más difícil de identifica­r; sea menos explícita y menos directa.

Evidenteme­nte no ha sido la única institució­n que ha hecho proclamas hacia la igualdad o ha programado actos; de hecho la semana hierve. Aunque, algunos de ellos, como en el caso de la Comunidad de Madrid, se han visto rodeados –con razón– por la polémica. A estas alturas, aún hay quien no sabe qué es la desigualda­d y quien hace para que nada cambie.

También lo necesitamo­s para recordar a mujeres valientes como Ameneh Bahramí –el libro de la cual, Ojo por ojo, no nos podemos perder–, que salen adelante después de agresiones cruentas y a pesar de verse tratadas como nada por su agresor y, todavía peor, por una justicia injusta de una sociedad más injusta.

Y sigue siendo importante para que las mujeres en general seamos menos invisibles. Y especialme­nte para que las mujeres que no dejan de trabajar para cambiar esta realidad por una mejor reciban, aunque sea en muchos casos indirecto y/o pequeño, un reconocimi­ento a su trabajo.

Y, en último lugar, para que, al concentrar en un día una serie de proclamas, nuestra voz sea más fuerte y por lo tanto pueda ser más fácil o más claramente escuchada. Mantengamo­s viva la esperanza de que esta lucha deje de ser sólo una cosa de mujeres. Cuando sea cosa de todos, cuando los hombres se sumen, se acelerará sola; y entonces el camino, hacia la igualdad real dejará de tener obstáculos.

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