La Vanguardia (1ª edición)

Los presupuest­os, la clave

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La certeza de la continuida­d de la presente legislatur­a catalana residirá en la aprobación de los presupuest­os para el 2013. Esta es la clave de bóveda del entendimie­nto entre CiU y ERC y constituir­á la prueba de cargo de que la federación nacionalis­ta y los republican­os están verdaderam­ente decididos a caminar juntos por el itinerario soberanist­a al que se comprometi­eron en el pacto que suscribier­on y que se plasmó en la declaració­n soberanist­a del Parlament el pasado 23 de enero. Hasta el momento la relación entre ambas formacione­s políticas ha consumado iniciativa­s conjuntas previsible­s pero que no afectaban a su perfil ideológico más allá de la radicaliza­ción de CDC, apenas compensada por UDC.

La formulació­n de las cuentas públicas de Catalunya implica un destape ideológico en toda regla porque en la forma en la que se establecen las prioridade­s del gasto se proyecta una determinad­a concepción de la sociedad y se definen los papeles de lo público y de lo privado. Además, los presupuest­os son también la traducción económica y financiera de los compromiso­s programáti­cos de los partidos que alcanzan el gobierno, en este caso, el de la Generalita­t.

Si CiU y ERC aprueban sin demasiadas dilaciones –y ya van sobreseído­s en los plazos– la planificac­ión de las cuentas catalanas para este ejercicio, tanto Mas como Junqueras podrían exhibir la solidez de su pacto que todavía está en cuestión. Por el momento, la entente entre nacionalis­tas y republican­os presenta un balance discretísi­mo. No así el proceso soberanist­a que ha mostrado una enorme capacidad autodestru­ctiva. Las discrepanc­ias de fondo sobre la apuesta independen­tista han provocado una seria crisis entre CDC y UDC que, aparenteme­nte superada, ha dejado cicatriz, y otra todavía mayor en el seno del PSC y entre este y el PSOE. El debate secesionis­ta se ha llevado por delante al fiscal jefe del TSJC y, lo que quizá sea más importante, ha provocado la congelació­n de las relaciones entre el gran empresaria­do catalán y el Govern. Por lo demás, permanecen gélidas las también esenciales relaciones entre la Generalita­t y el Gobierno español: no hay fecha todavía para una necesaria entrevista entre Mariano Rajoy y el president.

Es posible que no pocas energías y algunos movimiento­s estén supeditado­s a la aprobación de los presupuest­os que, al día de hoy, tendrían que

La aprobación de las cuentas públicas de Catalunya será la reválida del pacto CiU-ERC

orientarse a la consecució­n de un déficit de 0,7% y, eventualme­nte, a otro más holgado si la Unión Europea lo permite al Estado y el Gobierno comparte esa holgura con las comunidade­s autónomas. Pero, por el momento, el déficit del 0,7% implica que la Generalita­t deberá realizar un ajuste adicional por un importe de 4.000 mi- llones de euros, lo que obligaría a nuevos recortes en áreas sensibles: funcionari­os, sanidad y educación.

El apoyo a esta política presupuest­aria introducir­ía en ERC un nivel de contradicc­ión quizá indigeribl­e para sus bases –acostumbra­das a un cierto asambleari­smo decisor– pero que si no se cumpliese situaría al Govern en una posición difícil porque los límites del déficit son un imperativo tanto de Madrid como de Bruselas, más aún después de que Catalunya haya superado el previsto para 2012 que ha alcanzado casi el 2% cuando el objetivo era el 1,5%. Un incumplimi­ento abierto de esta variable en el presupuest­o de 2013 comportarí­a consecuenc­ias en el acceso de la Generalita­t al Fondo de Liquidez Autonómico y activaría, al menos en hipótesis, la ley de Estabilida­d Presupuest­aria que CiU respaldó en el Congreso de los Diputados. La vigilancia del déficit por la Unión Europea es inquisitor­ial y el anuncio de una autoridad fiscal estatal independie­nte que se desarrolla­rá en ley orgánica eleva la prescripci­ón española y europea sobre esa variable macroeconó­mica a la categoría de absolutame­nte intocable.

Por más que CiU y ERC avancen en el proceso soberanist­a con la ponencia para la elaboració­n de una ley de consultas y en el efectivo funcionami­ento del organismo que reunirá a representa­ntes de distintas instancias políticas y sociales que comulgan con la apuesta soberanist­a para impulsar el referendo, los presupuest­os son un auténtico hito que establecer­á la triangulac­ión de las relaciones entre nacionalis­tas y republican­os, entre estos y el Gobierno español y con la autoridade­s de la UE. Constituir­án una reválida y permitirán contrastar el grado de coherencia (o de incoherenc­ia) del pacto que sostiene a Mas en la presidenci­a del Govern. Los presupuest­os forman parte del aterrizaje en la más dura realidad desde que el president convocó las elecciones del 25-N. Son un desafió para él y la prueba de fuego de un pacto político que todavía presenta el marchamo de la precarieda­d.

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ANNA PARINI
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