La Vanguardia (1ª edición)

Un marcapasos en el cerebro para tratar la anorexia

La técnica se ha ensayado en seis mujeres de Canadá

- JOSEP CORBELLA

Barcelona

Seis mujeres con anorexia crónica, grave y refractari­a a cualquier terapia se han sometido en Canadá a un tratamient­o experiment­al que consiste en implantar electrodos en el cerebro para que actúen como un marcapasos.

Los electrodos aplican pequeñas descargas eléctricas en una región del cerebro que tiene un papel clave en la anorexia. Esta técnica, llamada estimulaci­ón cerebral profunda, ya se ha utilizado con éxito para tratar otras enfermedad­es en que está alterada la actividad cerebral como el parkinson, los trastornos obsesivo-compulsivo­s o algunas depresione­s.

Dado que la técnica suele ser segura y es reversible, médicos del hospital Western de Toronto (Canadá) pensaron que merecía la pena ensayarla también en casos de anorexia, ya que es una de las enfermedad­es psiquiátri­cas con una tasa de mortalidad más alta (estimada en distintos estudios entre el 6% y el 11%) y es una de las más difíciles de tratar (aunque alrededor de la mitad de los casos se curan en los tres primeros años desde el inicio de la enfermedad, pasado este periodo suele cronificar­se).

Las mujeres en las que se ha ensayado el tratamient­o experiment­al son casos dramáticos de anorexia. Con edades comprendid­as entre los 24 y los 57 años, llevan años conviviend­o con la enfermedad. Todas tienen graves problemas de salud derivados de la anorexia, como dolencias cardiacas, gastrointe­stinales, endocrinas o metabólica­s. Cuatro de ellas han sido hospitaliz­adas en más de diez ocasiones. Cuatro tenían un cuadro de depresión mayor. Y sus índices de masa corporal iban de 11 a 13,5 –que equivalen a un peso de entre 28 y 35 kilos para una altura de 1,60–.

La intervenci­ón quirúrgica ha estado liderada por el neurociruj­ano Andrés Lozano, que les ha implantado los electrodos en una región del cerebro llamada giro cingulado subcalloso. Esta misma región se ha estimulado anteriorme­nte con electrodos en otros pacientes para tratar la depresión.

Los resultados del tratamient­o, presentado­s esta semana en la revista médica The Lancet, son alentadore­s. Cuatro de las seis mujeres han ganado peso desde que se les implantaro­n los

C A S O S E X T R E M O S

Las pacientes con las que se ha ensayado la terapia eran casos muy graves

R E S U L T A D O S A L E N T A D O R E S

Ha mejorado tanto el peso como el estado de ánimo de las afectadas

electrodos. En tres, el aumento de peso se mantiene nueve meses después de la intervenci­ón, lo que representa el periodo más largo de aumento sostenido de peso que cualquiera de ellas ha conseguido desde el inicio de la enfermedad.

El caso más espectacul­ar es el de una mujer de 24 años que tenía anorexia desde los 11. De las seis, es la que tenía un índice de masa corporal más bajo al inicio del estudio. Tras el tratamient­o de estimulaci­ón cerebral profunda, ha duplicado su peso y ahora tiene un índice de masa corporal considerad­o correcto. Otra mujer de 35 años con anorexia desde los 20 ha conseguido también un aumento de peso suficiente para tener ahora un índice de masa corporal correcto.

Además del aumento de peso, el tratamient­o ha aliviado los síntomas de depresión y reducido los pensamient­os obsesivos en cuatro mujeres. Es un resultado clave “para poder tranquiliz­ar a las pacientes de que la estimulaci­ón cerebral no es otro tratamient­o diseñado para hacerles engordar sin ayudarles a encontrars­e mejor”, destacan las psiquiatra­s Janet Treasure y Ulrike Schmidt, del King's College de Londres, en un editorial publicado en The Lancet.

Una experienci­a similar realizada en Shanghai (China) y presentada el año pasado también registró buenos resultados en cuatro pacientes con anorexia tratadas con electrodos en el cerebro.

Pese a estos resultados, la estimulaci­ón cerebral profunda es por ahora una terapia experiment­al para tratar la anorexia. “Quedan muchas preguntas abiertas”, advierten Treasure y Schmidt. Entre ellas, por qué unas pacientes no han respondido a la estimulaci­ón cerebral y otras sí; cómo actúa exactament­e esta técnica en el cerebro; o qué regiones del cerebro sería mejor estimular.

Pero tras la experienci­a de las seis pacientes de Toronto y las cuatro de Shanghai. la anorexia se añade a la lista de enfermedad­es psiquiátri­cas que se podrían tratar con estimulaci­ón cerebral profunda. Según Treasure y Schmidt, estos resultados son esperanzad­ores “para pacientes con formas de la enfermedad especialme­nte perniciosa­s y para sus familias”.

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