“La ciencia en España está amenazada de exterminio”
Joan Massagué, investigador del cáncer
Barcelona
Hace quince meses, pocas semanas antes de las últimas elecciones generales, Joan Massagué alertó en una conferencia en Barcelona del “riesgo muy alto de implosión” de la ciencia en España. El pasado mayo, en otra conferencia, constató “la feroz indiferencia” del nuevo Gobierno hacia la ciencia. Cuando Massagué habla de política científica, los especialistas que se preocupan por la investigación le escuchan. Sus opiniones nunca son gratuitas ni superficiales. Asesora desde hace años, cuando se lo piden, a ministros y consellers. Andreu Mas-Colell reconoció hace unos meses que “en tiempos de crisis necesitamos su asesoría, aunque sea duro y exigente”.
Han pasado nueve meses desde que habló de feroz indiferencia. ¿Dónde estamos ahora?
Ahora diría que el Gobierno central está practicando un despreocupado exterminio de la ciencia.
¿Un exterminio deliberado?
Las actuaciones del Gobierno han sometido a la ciencia a una presión eliminativa. Primero se ha hecho con la mera indiferencia, la actitud de decir “hay problemas más importantes”. Después, en respuesta a intentos para sostener la investigación, con la negativa reiterada, la actitud de “no, no y no. No se hará”. Por eso la ciencia en España está amenazada de exterminio.
El Gobierno argumenta que hay que recortar.
Incluso cuando hay restricciones se pueden hacer mejor las cosas. Se trata de financiar a los grupos de investigación más destacados y a aquellos que hayan mostrado promesa clara de serlo, para que puedan sobrevivir hoy y surgir como líderes mañana. Otros gobiernos, también en situaciones económicas dramáticas, han protegido la investigación.
¿Por qué habría que mantener los presupuestos en ciencia antes que en otras áreas?
Porque es un área estratégica
P O R Q U É P R O T E G E R L A C I E N C I A
“Si un país no protege la ciencia, se priva de un instrumento para crear riqueza”
N O T O D O E S T Á P E R D I D O
“Confío en que la situación se corrija, aún estamos a tiempo”
que requiere una inversión muy pequeña en comparación con otras áreas. Conviene preguntarse: ¿cuál es el valor de futuro de las inversiones? ¿Cuál es el coste y cuál será el beneficio? ¿Cuál es el coste de la investigación en comparación con el de, por ejemplo, un aeropuerto?
¿España está sufriendo una fuga de talento?
Lo que más veo es que hemos perdido capacidad de atraer talento de otros países. Hay menos investigadores que se planteen venir a España. No porque aquí no siga habiendo buenos centros, sino porque la imagen que había conseguido España como un país Está muy bien establecido, aunque conviene repetirlo, que la investigación científica es un motor de la economía. En el grupo de países entre los que España quiere encontrarse, no hay ni uno solo que no tenga una inversión importante, sostenida y de calidad en investigación.
Que los países prósperos apuesten por la investigación no significa que la investigación sea la única fuente de prosperidad económica.
La única no. Pero si un país no protege la investigación científica se está atando una mano a la espalda. Se está privando a sí mismo de uno de los instrumentos más baratos y de más alto rendimiento para generar riqueza y prestigio nacional.
¿Cómo cree que quedará la ciencia en España a medio plazo si no se corrige la situación?
Confío en que se corrija, aún estamos a tiempo. Sería falso decir que todo está perdido, que ya no hay nada que hacer. Hay personas, instituciones y gobiernos que lo están haciendo bien. Fijémonos en ellos.
¿Quién lo hace bien?
El ejemplo más próximo es el de Catalunya. Andreu Mas-Colell y su equipo están luchando para que el sistema que tanto ha costado levantar no se derrumbe. Pero con la presión presupuestaria creciente temo que no aguanten. En el Gobierno central, Carmen Vela es una persona válida, pero ha sido grotescamente desprovista de capacidad de acción por los suyos. El edificio de la ciencia es muy difícil de construir, muy fácil de derribar y después muy difícil de volver a levantar. Basta con fijarse en Rusia, donde la investigación nunca ha recuperado el nivel que tenía en tiempos de la Unión Soviética.