Cuéntame qué sabes
l periodista Andrew Morton le tocó la lotería cuando la princesa Diana decidió utilizarlo como confidente para sacar a la luz sus miserias matrimoniales y, de paso, lanzar un órdago a la familia real británica. Durante meses, Diana grabó cintas magnetofónicas con sus confesiones que, posteriormente, hacía llegar a Morton.
En 1992 se publicó Diana, su verdadera historia, el libro que escribió Andrew Morton con el que logró vender más de siete millones de copias y, como consecuencia, alcanzó el sueño inconfesable de todo periodista: llegar a millonario. Morton, que era court correspondant (corresponsal en la corte) en The Daily Mail dejó, como es lógico, la redacción del tabloide y rentabilizó su bombazo con reediciones y revisiones de la primera biografía, adaptaciones televisivas y otros productos, exprimiendo en fenómeno Diana hasta que dejó de dar de sí.
AEl libro de Morton fue el instrumento que Diana utilizó para vengarse de Carlos de Gales, sin pensar que este lo vio como su liberación. A las pruebas me remito. El mismo año de la publicación, se anunció la separación del matrimonio. Cinco años más tarde, Diana estaba muerta, y en el 2004, Carlos se casó con Camila.
El biógrafo de Lady Di se atreve ahora con las mujeres de la familia real
Tras los libros sobre Diana, Andrew Morton publicó otros de menor repercusión, como las biografías de Tom Cruise, Monica Lewinsky, Madonna o Angelina Jolie. Ahora acaba de sacar al mercado Ladies of Spain (La Esfera de los Libros), un título en inglés subtitulado en castellano Las cuatro mujeres del Rey, que no son otras que la Reina, doña Letizia y las infantas Elena y Cristina. Morton construye su libro a partir de conversaciones con periodistas españoles, calificados como especialistas en la Casa Real, pero que a su vez repiten lo que saben por otros periodistas que se atribuyen lo publicado por otros, sea o no cierto. Los periodistas que no salen en el libro de Morton son aquellos que, educadamente, declinaron el honor por varias razones. La primera: tienen trabajo; la segunda: tienen información propia, y la tercera, no encontraron razón para regalar a Morton su trabajo de años y sus fuentes de información. Los periodistas que no salen en el libro de Morton son de los que podrían escribir, a partir de sus conocimientos, su propia experiencia o sus investigaciones contrastadas, un libro sin tener que entrevistar, o machacar a e-mails, a otros periodistas. Morton, querido, sigue con Lady Di.