La Vanguardia (1ª edición)

La Iglesia y la sede vacante

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En la Iglesia está prevista la manera de proceder cuando el papa muere o renuncia. Pasados unos dás desde el comienzo de la sede vacante se celebra el cónclave, que reúne a los cardenales que tienen menos de 80 años para que, mediante el escrutinio de sus votos, elijan al nuevo santo padre. La función de elegir al papa es de gran responsabi­lidad, y por esto se pide a los cardenales electores que lo hagan buscando en conciencia lo que consideren que Dios quiere para el mejor bien de toda la Iglesia, extendida de Oriente a Occidente.

En el cónclave, los cardenales hemos de escoger al obispo de Roma y sucesor de san Pedro. El santo padre sucede al apóstol Pedro en la sede de Roma y ha de realizar un gran servicio a toda la Iglesia. En expresión de san Ignacio de Antioquia, este servicio consiste en “el primado de la cátedra de Pedro que preside la asamblea de amor que es la Iglesia”. Esta expresión ignaciana fue incorporad­a por el Vaticano II en los documentos sobre Iglesia y misiones.

El papa sucede al apóstol Pedro, el cual en Cesarea de Filipo, a la pregunta de Jesús dirigida a los 12 apóstoles sobre quién decían que era él, respondió: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Esta respuesta mereció estas palabras del Maestro: “Bienaventu­rado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Y Jesús le confió este encargo: “Y ahora yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Reino de la muerte no prevalecer­án contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”.

Este servicio importantí­simo del sucesor de san Pedro ha de implicar a todos los miembros de la Iglesia, que están llamados a participar en el cónclave con su constante plegaria, pidiendo al Espíritu Santo que ilumine el trabajo de los cardenales electores para escoger, después del gran don que ha sido Benedicto XVI, un nuevo papa según el corazón de Dios, un pastor que nos guíe hacia el conocimien­to de Cristo y su amor. El trabajo de los cardenales en el cónclave, reunidos en la Capilla Sixtina, contemplan­do en el ábside el fresco del Juicio Final, pintado por Miguel Ángel, con la oración de todos los miembros del Pueblo de Dios y la asistencia del Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, harán posible la fumata blanca del nuevo papa para la Iglesia y para el mundo de hoy.

Con motivo del año de la Fe, la archidióce­sis de Barcelona organiza una peregrinac­ión a Roma en Pentecosté­s del 18 al 21 de mayo para participar en el pontifical presidido por el nuevo santo padre.

El servicio del sucesor de san Pedro ha de implicar a todos los miembros de la Iglesia

LL. MARTÍNEZ SISTACH,

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