La Vanguardia (1ª edición)

Los cuentistas reivindica­n su lugar, eclipsados por la novela

Aparecen en escena los narradores nacidos en los años ochenta

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expresión inglesa difícil de traducir, una novel in stories, Lara no deja lugar a dudas: “Es una novela”, dice. El autor no cree en géneros. Él viene de la música y en su proceso creativo pasa del lenguaje cinematogr­áfico a la palabra escrita, hasta el punto de que a veces filma un relato que después pasará a escribir, y al revés. Ahora ha filmado El ventre blanc, con el mundo de los cabezudos de telón de fondo, donde la fusión es total: poesía (Enris Casasses) y narrativa, realidad y ficción.

En las últimas décadas ha habido otra irrupción de cuentistas. Unos, como Pere Guixà y Manel Zabala hace tiempo que no publican. Borja Bagunyà (1982), Víctor García Tur (1981), Bel Olid (1977), Joan Todó (1977), Yannick García (1979) o Alba Dedeu (1983).

¿Empiezan los escritores escribiend­o relatos para buscar destreza y musculatur­a narrativa para, al final del aprendizaj­e, pasarse a la novela? Bel Olid dice que ella no siente la presión editorial por publicar novela. “La mala reputació ganó el Roc Boronat en un concurso en el que competían novelas, aunque es verdad que me dicen que los relatos venden menos que la novela. Yo me siento más cómoda en la historia corta. Es como los Oscar, es más fácil que se lo den a un actor de drama que a uno de comedia. Pero hay microcuent­os de Monterroso mejores que obras de 600 páginas”.

Alba Dedeu, que ha recibido los elogios de la crítica por sus dos primeros libros de cuentos, dice que no descarta escribir novela. “Lo he intentado, he empezado creyendo que iba a escribir una novela, pero me salía un cuento.”

Yannick Garcia, que reivindica el relato breve, es otra de las últimas revelacion­es. El autor de Barbamecs dice: “las editoriale­s presionan para que escribamos novela. Hay una lucha interna entre lo que dice el corazón y experiment­ar y la industria, que nos envía el mensaje de que no se venderá, pero lo cierto es que no todas las novelas venden más que los cuentos. Los cuentistas gozan en otras literatura­s de un enorme prestigio, pero aquí con la crisis, se ve más como un producto comercial”.

Yannick Garcia rebate que el cuento dé musculatur­a para narracione­s más largas. “Escribir relatos o diez volúmenes de poesía no te capacita para escribir buenas novelas. Son lenguajes diferentes. El ritmo, la dosificaci­ón de la informació­n... Para mí leer a Jordi Puntí o a Pagès fue un momento fundaciona­l, porque ya eran otra generación que la de Monzó o Pàmies. En sus novelas, Garcia huye de la visión generacion­al y sus personajes tienen distintas edades y sexo. Entre sus referencia­s: Alice Munro, Jim Shepard, Lorrie Moore, Donald Barthelme, George Saunders, Ali Smith, Charles Baxter, Neil Jordan, Sam Shepard, Wells Tower, Joshua Ferris, Jhumpa Lahiri, Doctorow, Pere Guixà, Jordi Puntí, Francesc Serés, Borja Bagunyà, Matías Candeira, Fernández Cubas...

Joan Todó, que empezó como poeta, echa en falta más revistas que publiquen cuentos ( L’Avenç, Paper de Vidre, Time Out, Núvol... ) y cree que hay más diferencia entre la poesía y la narrativa que entre el cuento y la novela. “No me considero un cuentista nato, pero el cuento para nada es un género subalterno. Lo que pasa es que un libro de relatos es más difícil de etiquetar que una novela. De A butxacades dijeron que era rural, cuando sólo hablo de La Sénia en seis de los trece cuentos”. Desde luego, todos coinciden en que si la literatura catalana no da para vivir, menos aún el relato, Todó ha estado en paro largo tiempo. “Sólo podía leer los libros que me enviaban los amigos o los de la biblioteca...”.

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MARC ARIAS Bel Olid, autora de La mala reputació

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