Los falsos tópicos musicales
El crítico norteamericano Alex Ross continúa en ‘Escucha esto’ desmontando convenciones y acercando estilos
ca puede ser una cosa interesante para el público en general”.
Alex Ross puso el acento durante su comparecencia barcelonesa en que “me parece absolutamente increíble que la música clásica del siglo XX, aquella que llamamos contemporánea, aún no forme parte de de nuestro corpus cultural común”. El crítico norteamericano no pudo ocultar su extrañeza ante “el misterio que supone ver cómo creadores indiscutibles de la música contemporánea, lo de primer rango, como Schönberg, Shostakóvich o Bartók no estén considerados personajes, creadores igual de indiscutibles en el cuerpo cultural del siglo pasado... como sí lo son, en cambio, Kandiski en el mundo de la pintura o innumerable escritores en el de la literatura”. En su razonamiento, Ross confesó: “No tengo una respuesta clara sobre esto, pero me parece que tiene que ver con la educación que se tiene desde niños: la enseñanza de la música contemporánea llega mucho más tarde que otras cosas, como por ejemplo ir a mu- seos o a teatros, y cuando eso ocurre, la predisposición, la receptividad del niño ya no es tan fresca y abierta como antes, cuando era más pequeño”.
Esta mencionada ausencia de la música contemporánea, que “tradicionalmente se la ha considerado como difícil sin que se sepa muy bien la razón”, también está relacionada con una corriente o tendencia “que nace en el siglo XIX y con los hábitos musicales imperantes en aquel tiempo, entre los que destacaba el hecho de que se programase mucho a compositores muertos”, una corriente que se ha extendido prácticamente hasta ayer. “En un momento dado, el número de autores fallecidos que se programaban “llegaban a representar entre el 25% y el 40% de los programas, mientras que a los autores
V I E J A A S P I R A C I Ó N
“La música clásica puede ser un material literario apasionante”
A S O M B R O M U S I C A L
“Es incomprensible que la contemporánea no esté en nuestro corpus cultural común”
vivos de la época se les ignoraba totalmente”. En su opinión, la impresión que da esta situación es que “parece como si la música clásica se hubiese quedado congelada, se hubiese quedado en un altar y una vez allí fuese inamovible”. La consecuencia más negativa de esta situación “es que ha quedado anclada en la opinión colectiva, entre el aficionado cultural, la idea de que la música clásica no cambiará, a diferencia de lo que ha ido ocurriendo en el resto de las demás artes.
También tuvo acertadas palabras sobre las diferentes estructuras económicas sobre las que se han apoyado géneros como el jazz, la clásica, el pop o el rock, “aunque ello no quiere que esos mundos se toquen, especialmente en los extremos, como ocurre con la contemporánea o el free jazz”.