Hay que ponerle arte
JULIÁN LÓPEZ ZABALLOS, CONSEJERO DELEGADO DE ZURICH
Barcelona
Nadie se levanta un día a las cuatro de la mañana pensando en que le apetece comprarse un seguro”, dice Julián López Zaballos. Es el consejero delegado de “la” Zurich y actual presidente de la patronal catalana Uceac. El del seguro es un sector técnico, serio, cargado de tópicos. López Zaballos asume eso de que sólo se les necesita en el peor momento, y por eso, y porque “soy muy de Chamberí”, saca pecho en su defensa: “Ser asegurador es ser artista: te estoy vendiendo la promesa de que estaré ahí cuando me necesitas. ¡Por eso es tan difícil! Primero que te lo creas, luego lo tengo que demostrar”.
En un momento en el que todo el mundo está necesitado de optimismo, López aprovecha para soltar su cuña publicitaria: “Este es un sector estable, que ya hizo sus deberes y está muy sólido. Que mantiene empleo, y que en la última época, las reestructuraciones no le han costado ni un duro al contribuyente. Quizá hay quien siga pensando en que somos las compañías que nos negamos a pagar los siniestros de automóvil, pero se ha hecho mucha labor y la imagen es ahora infinitamente mejor que cuando empecé hace más de treinta años”.
López Zaballos (Madrid, 1955) entró en seguros cuando sus compañeros de Económicas en la Complutense preferían banca o consultoría. Empezó en Plus Ultra en 1978, y un año después “el director general me nombró su ayudante: había días que no hacía nada, otros trabajaba hasta las cuatro de la mañana. Me dio una formación inaudita, me permitió conocer desde arriba el mundo asegurador”. Acabó siendo director adjunto de Norwich Union. De esa época le queda cierta añoranza: “El seguro ha ganado en ciencia y eficiencia. Quizá me esté haciendo mayor, pero ha perdido algo de esa confianza personal en la que la palabra valía”. Hasta que en 1997 un antiguo jefe le propuso trasladarse a Barcelona para dirigir el negocio de particulares de la Zurich. “Y me pilló en un momento de mi vida en el que sin aburrirme, no me acababa de divertir. Y a mi mujer, que es fan de Lluís Llach, le pareció fenomenal. Ella es que es de Chamartín, ¡que no es lo mismo”. Y en noviembre del 2005 le nombraron consejero delegado.
Y así, tras 19 años en la primera empresa, ahora lleva 16 en la segunda. Y desde lo más alto de la compañía –López bromea con casi todo, incluso sobre su no excesiva estatura– dice que “yo vengo a trabajar por obligación, pero una vez dentro, trato de divertirme! Creo en el sentido del humor, incluso se me acusa de demasiado optimista y
“El seguro ha ganado en ciencia y eficiencia, pero ha perdido algo de esa confianza personal”
poco realista”. La situación es la que es. “El sector sufre como otros porque la demanda interna decrece, eso afecta a las líneas de negocio de particulares y pymes. La crisis está apretando fuerte y menos capacidad de ahorro afecta al seguro de vida. Pero las grandes empresas tiran de la exportación y nosotros podemos acompañarlas”. La Zurich de ahora es la suma de 22 compras o fusiones realizadas desde que se instaló en Barcelona en 1886. Sin ir tan lejos, López señala que últimamente ha cambiado la relación con la central. “Antes el consejero delegado iba a Suiza una vez al año a dar explicaciones. Ahora voy una vez al mes”. Y últimamente le preguntan mucho qué sucede en España. “Hemos pasado muy deprisa de ser una maravilla a un desastre de país. Les digo que es verdad el paro, la deu- da, el consumo. Pero que estamos cambiando el modelo de negocio: ahora hay un 25% más de empresas exportando que hace cinco años... Y que es mentira que trabajamos poco. Lo que pasa es que ¡trabajamos con la misma fuerza con que nos divertimos! Aunque eso les cuesta de entender, igual que no entienden que a las 14:30 del mediodía es la hora de comer”. López se reafirma entre tópicos. Tras dieciséis años en Barcelona, “soy catalán de Sarrià”, excepto en que “soy blanco hasta la médula”, y en que con el idioma tampoco se atreve. “Mi secretaria dice que cuando voy a Madrid, a la vuelta he recuperado el nivel de chulería!”. Zurich está entre las seis primeras del mercado español (con 2,5 millones de clientes, 3,5 millones de pólizas), y es la quinta aseguradora del mundo por capitalización. “En el 2000 desandamos la diversificación y desde el 2001 hemos ganado dinero todos los trimestres”. Como retos de futuro, López considera que al sector le falta focalizarse más en las necesidades del cliente final, como sí ha hecho la banca. Y, controlada la gestión de los pequeños siniestros, otro reto es facilitar la contratación: “Tenemos que estar presentes en todo momento en el que puedes necesitar un seguro, sin pedirte que rellenes 400 papeles”. Ahora la multinacional ha hecho suyo ese discurso de que hay que devolver más a la sociedad, y busca maneras de acercarse al territorio. Una fórmula es patrocinar por segundo año, la maratón de Barcelona. “Los valores de un maratón encajan con los de esta empresa: esfuerzo, integridad, largo plazo, perseverancia”. Y López esperará en la línea de meta a los corredores (de la empresa participan unos 180, incluido extranjeros), porque “más de 100 metros nunca he corrido”, (explica que su gran trofeo deportivo es una copa del campeonato infantil de ping pong, recuerdo de los veranos que de adolescente pasó en Dublín).
Lee historia novelada y es aficionado a los árboles, concretamente a su reproducción: tiene una parcelita en la sierra de Madrid con robles, encinas, fresnos antiguos, y un semillero en la terraza de Barcelona, donde se divierte viendo nacer árboles “que algún día verán mis nietos. De pequeñas, mis hijas decían ¡que quería más a las plantas que a ellas! Y es seguidor del fútbol: “llevo cinco años callado, pero como buen asegurador hice reservas en los años anteriores!”.
Y añade una reflexión general: “La sociedad entera debe mentalizarse que el ahorro a largo plazo es el que da riqueza, pero la sociedad entera vive un concepto de corto plazo tan feroz... Aunque cuando el presente está muy duro hay menos capacidad de pensar en el futuro”.
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