Intramuros
Odilo Pedro Scherer y Angelo Scola. Un brasileño y un italiano. Son los nombres del momento en Roma. Son los dos cardenales que más despuntan y ambos podrían quedar descartados si en el cónclave cristaliza una minoría de bloqueo. El Papa ha de ser elegido con el apoyo de dos tercios de los prelados con derecho a voto, No importa el número de escrutinios. Siempre, dos tercios (a partir de la 34.ª votación sólo se admite dos candidatos). Treinta y nueve cardenales pueden formar una minoría de bloqueo y forzar la búsqueda de una tercera vía. Ese cristal esta vez puede formarse, explican intramuros.
La elección de un Papa brasileño sería gran novedad en la historia de la Iglesia católica y una imagen muy del agrado de la Mediática Global. El primer Papa de Roma no europeo. El primer Papa americano. El primer Papa del país con el mayor número de fieles católicos. Un cambio de eje. Un definitivo desplazamiento del centro de gravedad. Una señal de la post-Europa que viene. Una nueva era en un tiempo en el que todo son nuevas eras. Un notición.
En Roma, sin embargo –más que en otro lugar–, hay que intentar leer la letra pequeña. El matiz. La observación. La candidatura del cardenal Scherer, cuentan intramuros, surge del interior de la curia y podría ir acompañada de un secretario de Estado italiano que preservase una prudente línea de continuidad en la gobernación del Vaticano, en un momento de gran turbación por la imprevista renuncia de Joseph Ratzinger y por la escandalosa filtración de documentación robada del apartamento pontificio por el mayordomo Paoletto –el episodio Vatileaks–.
Papa brasileño con secretario de Estado italiano. Ticket, esa es la palabra que circula intramuros. Roma es estos días un hervidero de rumores. Tanta es la ebullición que incluso se barajan nombres para la secretaría de Estado, cargo equiva- lente al de primer ministro. El cardenal Leonardo Sandri, por ejemplo. Italo-argentino, diplomático y número dos de la Secretaría de Estado entre el 2000 y el 2005. Fue el cardenal que anunció al mundo el fallecimiento de Juan Pablo II. Un hombre muy vinculado al influyente Angelo Sodano (secretario de Estado con Karol Wojtyla) y al cardenal Giovanni Baptista Re, exprefecto para la Congregación para los Obispos. Sodano y Re, italianos del norte, aparecen en estos momentos como los principales propulsores de la candidatura de Scherer, que también podría recibir el apoyo de electores de la curia que se mueven alrededor del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado saliente.
¿Sodano y Bertone remando en la misma dirección? Las tiranteces entre ambos piamonteses no son ningún secreto en Roma. Sodano, miembro del cuerpo diplomático, nunca congenió con su sucesor, el salesiano Bertone. Ambos tienen estos días un papel destacado. Sodano preside las Congregaciones Generales, en tanto que cardenal decano. Se muestra muy activo y está en todos los detalles, dicen intramuros. Mañana presidirá la misa previa al cónclave – Pro eligendo Pontifice– y pronunciará la homilía. Bertone es el cardenal camarlengo, máximo responsable de la gobernación vaticana durante la sede vacante.
Ticket. Otros nombres italianos para la secretaría de Estado: el tradicionalista Mauro Piacenza, y Fernando Filloni, hasta hace poco número dos del cardenal Bertone. Una curia recompactada promovería un gran cambio para asegurarse de que alguna co- sa sigue igual a orillas del Tíber.
Paradójicamente, el italiano Scola es menos curial. Papeles cruzados. Scherer, gran cartel internacional, serenidad brasileña, descendiente de emigrantes alemanes, prudente y con experiencia en la curia. Scola, italiano con amistades conocidas en la enrevesada política de su país –una etiqueta hoy en horas bajas–, enérgico, gran capacidad intelectual y posible removedor de estructuras. Arzobispo de Milán y expatriarca de Venecia, se le reconoce un gran perfil doctrinal. Scola puede aglutinar a los partidarios de una rigurosa continuidad con la línea de pensamiento de Benedicto XVI, a los cardenales más críticos con la curia –entre ellos, buena parte de los once prelados de Estados Unidos– y a todos aquellos que recelan que el pacífico cardenal Scherer pueda facilitar un movimiento lampedusiano. Punto débil de Scola: su proximidad al movimiento católico Comunión y Liberación, muy activo políticamente en una Italia perdida en sí misma. El cardenal brasileño –trato afable, experiencia en Roma, experiencia pastoral en la gran diócesis de São Paulo–, presenta menos aristas. Scola tiene 71 años. Scherer, 63.
La cristalización de una minoría de bloqueo conduciría al cónclave a la búsqueda de un tercer candidato. Nombres: Dolan y Oullet. El estadounidense Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. Sería la gran sorpresa. El presidente Barack Obama y el papa Dolan. El quebequés Marc Oullet, norteamericano de habla francesa, conoce bien Latinoamérica.
En 1978, tras la muerte de Pablo VI, también hizo falta la tercera vía. En aquella ocasión, los dos grandes contendientes eran el cardenal de Génova, Giuseppe Siri, de signo muy conservador, y el cardenal de Florencia, Giovanni Benelli, exsecretario privado del papa fallecido. La tercera opción fue el bondadoso Albino Luciani, que tomó el nombre de Juan Pablo I y murió al cabo de un mes. Se reprodujo la pugna, y el Espíritu Santo –después de un cursillo de geoestrategia– señaló al cardenal polaco Karol Wojtyla.