A dieta de petróleo
Vivimos en una sociedad que gira en torno al petróleo y del cual depende nuestro modelo económico actual. Es lo que nos da energía, lo que ayuda a que el mundo se mueva, ya sea para poner en marcha el coche o para tomar una ducha de agua caliente. También sus derivados nos facilitan bolsas de plástico, fibra óptica e incluso maquillajes.
Como bien es sabido el petróleo barato está destinado a acabarse, lo que nos obligará a replantearnos hábitos y estilos de vida. Pero no sólo es el agotamiento de este recurso lo que nos tiene que llevar a propiciar un nuevo modelo de consumo más responsable y sostenible, sino también las consecuencias que produce el consumo desmedido. Si existe otra forma de hacerlo, ¿por qué seguimos en el mismo punto de dependencia petrolera? ¿A quién le conviene?
En España, la preocupación ciudadana deriva en que petróleo es sinónimo de subida de precios, pero ¿pensaríamos lo mismo si viviéramos en otro país? No pensaríamos lo mismo del petróleo si viviéramos en una ciudad asediada por la lucha de quien tiene el control sobre el oro negro, ni si un familiar nuestro hubiese muerto a causa de dicha guerra, como les sucedió aquel 2003 a miles de familias en Iraq o como ocurrió en Sudán el pasado año.
Si viviéramos en un país de estos, donde el petróleo es más un problema que una solución, no pensaríamos que fuese una locura ponernos a dieta de petróleo.
BÁRBARA PÉREZ LOBETO
Barcelona