Los equilibrios de la UPF
El presupuesto del 2013 mantiene los recortes pero crece en cuatro millones
El 6 de marzo de 1990 el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, anunció que el Gobierno había adquirido el edificio del antiguo Fòrum Vergés, en la calle Balmes, por mil millones de pesetas (6 millones de euros), como sede de la futura Universitat Pompeu Fabra (UPF). Durante unos años, la UPF fue un símbolo del crecimiento del país con la implantación de las distintas facultades en el marco de una brillante operación de implantación urbana (campus de la Rambla, estación de França, plaza Mercè, Ciutadella y distrito 22@) dirigida por el rector Enric Argullol.
Aquella época de expansión ha concluido y hoy el mapa univer- sitario catalán tiende a replegarse. También los presupuestos de la UPF, que han pasado de los 148,7 millones de euros a los 121,9 del año pasado, mientras el número de estudiantes se ha estabilizado en los diez mil.
La creación de la cuarta universidad de Catalunya –luego vendrían las territoriales y las privadas– provocó un cierto recelo en las universidades tradicionales que durante años denunciaron un trato de favor en las subvenciones públicas y en los planes de inversiones. También fue discutida la aprobación de algunas titulaciones, siendo medicina el estandarte de esta oposición. Hoy todo ello es historia. La UPF se ha consolidado pero sus responsables han tenido que aprobar también un plan de estabilidad.
La secretaría de Universitats de la Generalitat ha aplicado en los dos últimos años un recorte del 20% de forma casi proporcional a todas las universidades. En el caso de la UPF eso significa que la subvención ordinaria ha pasado de los 65,1 millones del 2010 a los 51 millones del 2012. Pese a ello, la UPF, que había cerrado con déficit los ejercicios del 2008 (-2,6 millones), 2009 (-3 millones) y 2010 (-2,5 millones), tras aplicar un plan de recortes pudo cerrar el 2011 con un ligero superávit (0,2 millones) y lo mismo el 2012 (0,5 millones, según liquidación provisional).
No se sabe aún cual será la ayuda pública para el 2013 –en buena parte depende de los acuerdos de financiación entre Generalitat y Estado y del acceso al Fondo de Liquidez Autonómico–, pero aún así la UPF ha preferido aprobar un presupuesto para el 2013 (no lo han hecho ni la UB ni la UPC). El Consell de Govern y el Consell Social de la UPF dieron luz verde el pasado mes de diciembre a un presupuesto que –hecho insólito en el panorama universitario actual– representa un incremento de casi cuatro millones de euros respecto al del año pasado, debido a la incorporación de las inversiones previstas para construir un nuevo edificio en el campus de la Ciutadella.
La situación económica de la UPF es sin duda mejor que la de las otras tres del área de Barcelona (UB, UPC y UAB). El incumplimiento por parte de la Generalitat del acuerdo del 2006 de mejorar la financiación de las universidades públicas está en la base del déficit acumulado de 7,9 millones de euros, una cifra que desde la gerencia se considera absorbible y que está muy por debajo de las de las otras universidades del área de Barcelona (véase gráfico adjunto). Más preocupante es la deuda acumulada de la Generali-
tat, que era de 24 millones a finales de año y que está creando serios problemas de tesorería en el día a día. “Es lo que nos tiene más angustiados ya que nos obliga a retrasar pagos a proveedores”, ha asegurado el rector Josep Joan Moreso. Pese a todo ello, el plan de sostenibilidad económica aprobado en el 2010 ha permitido trampear la situación. Este plan ha comportado, como en otras universidades, una reducción de los gastos corrientes (cierre del campus por vacaciones, cierre de bibliotecas los fines de semana), una reducción de las inversiones y un drástico recorte de los gastos de personal.
El aspecto más traumático de este plan ha sido la no renovación de contratos a 400 profesores asociados, que ha supuesto un ahorro de dos millones de euros anuales. Al ser una institución reciente, la proporción de asociados era más alta que en otras universidades, y la mayor parte de afectados han sido profesionales que lo compatibilizaban con otros trabajos y jóvenes profesores que no habían concluido su tesis doctoral. “Estas bajas se han compensado con más horas de trabajo de los asociados que quedan y con la incorporación de estudiantes de doctorado y máster como asistentes de docencia” explica el rector. Un proceso propiciado también por el modelo Bolonia que ha supuesto la reducción de las clases teóricas y el aumento de los seminarios.
La situación actual justifica más que nunca que el objetivo de la universidad no sea ya el crecimiento numérico. “Nos hemos estabilizado –dice Moreso– alrededor de los diez mil estudiantes y las nuevas titulaciones van más en la línea de las dobles titulaciones, como la de Biología e Informática que hemos solicitado pa-
La caída de las subvenciones del Govern genera un déficit de 7,9 millones Problemas de tesorería por la deuda de 24 millones de la Generalitat La UPF se ha visto obligada a no renovar los contratos de 400 profesores asociados
ra el curso 2014-2015 o el grado de Filosofía, Políticas y Economía que empezaremos este septiembre con otras tres universidades con las que tenemos una alianza”, que son la Autónoma de Barcelona, la Autónoma de Madrid y la Carlos III de Madrid. Uno de los referentes es la titulación transversal de EconomíaDerecho-ADE que se ha convertido en la segunda titulación del sistema universitario catalán con una nota de corte más alta.
Otro de los objetivos de la UPF ha sido la captación de fondos competitivos. Los últimos datos indican que el 22% del presupuesto procede de la investigación (contratos, fondos europeos, planes de investigación e innovación...). Un ejemplo de esta competitividad es que es la tercera universidad española en captación de fondos europeos en valores absolutos (2007-2012).