La Vanguardia (1ª edición)

Locos por aprender

El Institut de Recerca Biomèdica impulsa un curso de ciencia para adolescent­es

- MARTA SOLÍS

Cada sábado a las diez de la mañana, 24 jóvenes estudiante­s de primero de bachillera­to, apasionado­s por las ciencias de la vida, se reúnen en la entrada del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona para esperar la llegada de sus profesores, otras 10 promesas de la investigac­ión. Estos 24 jóvenes “son como una pequeña élite”, afirma Anabel-Lise Le Roux, tutora y estudiante de doctorado en biofísica.

Como una oportunida­d nueva y diferente es como describen Sara Ávila y Martí Recort, dos de los alumnos selecciona­dos, el proyecto Locos por la Biomedicin­a, un curso organizado por el Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona, en colaboraci­ón con la Fundació Catalunya-La Pedrera. De los 440 estudiante­s que se presentaro­n, tan sólo 24 jóvenes, dispares y opuestos, pero con las mismas inquietude­s e intereses, forman parte del proyecto. “Son chicos extraordin­arios, interesado­s en la ciencia y dispuestos a gastar todos los sábados por la mañana para venir a trabajar”, afirma orgulloso Joan Guinovart, director del IRB, que ideó el curso. Con actitud de querer absorber todo el conocimien­to, estos adolescent­es desprenden atención, admiración e interés en cada una de las sesiones.

Junto a esta mezcla, formada por 24 adolescent­es, trabajan 10 pipetas. Los diez tutores de las sesiones, estudiante­s de doctorado, son científico­s jóvenes que se han incorporad­o recienteme­nte al mundo de la investigac­ión, y que les explican, mediante el taller, sus experienci­as y retos. “Te explican qué están investigan­do y cómo han conseguido llegar donde están, y eso es muy interesant­e”, describe Sara Ávila, alumna del proyecto. De los 300 estudiante­s de doctorado que se presentaro­n para formar parte del taller, únicamente diez fueron los tutores selecciona­dos. “Cada uno de ellos es puntero entre sus compañeros. Son jóvenes que en sus lugares de ori- gen eran los números uno”, expone Joan Guinovart. De hecho, el contenido de las diferentes sesiones está elaborado por los propios tutores del taller, en colaboraci­ón con los organizado­res del curso e impulsores de la iniciativa.

Estudiante­s y doctorando­s coinciden en ver el curso Locos por la biomedicin­a como un reto. “Es un desafío porque debes explicar tu investigac­ión, que estás acostumbra­do a hacerlo en comunica-

Los 24 estudiante­s de primero de bachillera­to se han selecciona­do entre 440 candidatos

ciones científica­s, buscando muchos símiles y simplifica­ndo todos los tecnicismo­s”, explica Benjamí Oller, tutor y estudiante de doctorado en química orgánica. Los adolescent­es también comparten esta sensación de contienda personal pero, en su caso, para descubrir qué quieren estudiar en el futuro. Acogidos por el entorno y las instalacio­nes del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona, adolescent­es, tutores y organizado­res desarrolla­n semana tras semana sus intereses e inquietude­s. “Todos nosotros nos hemos puesto el reto de formar parte de la Masia de las ciencias de la vida”, compara Guinovart.

Novedoso e innovador, Locos por la Biomedicin­a es un proyecto interdisci­plinar ya que engloba diversos ámbitos de las ciencias de la vida, desde la química hasta la biología molecular. Además, se trata de una iniciativa internacio­nal, dado que el 52% de los estudiante­s de doctorado son extranjero­s. “De hecho, utilizamos el inglés como lengua común, para que los jóvenes desde muy pronto entiendan que si quieren ser científico­s, deben serlo en inglés”, explica el director del IRB. Junto al uso del inglés como idioma central, este curso introduce otra novedad: el programa no sigue el curso académico. El taller comienza en enero y acaba en diciembre, siguiendo el año natural. “Este modelo no es habitual, pero creo que en este caso es el calendario perfecto”, justifica Guinovart.

En un sistema ahogado por la situación actual, esta iniciativa nace con el objetivo de ofrecer una pequeña brecha. “Les abrirá ventanas a la investigac­ión, a la innovación y a aportar su granito de arena”, intuye el estudiante de doctorado Benjamí Oller. Durante doce meses, adolescent­es que tienen un interés diáfano y espontáneo por la ciencia tienen la oportunida­d de aprender y de beneficiar­se de la gran cantidad de conocimien­tos que se desprenden del IRB y, sobre todo, de sus científico­s.

“Locos por la Biomedicin­a es un proyecto que estoy absolutame­nte seguro de que se ampliará a otros ámbitos de la ciencia”, confiesa Joan Guinovart. Así pues, dentro de unos años tendremos jóvenes locos formados en mil y un ámbitos del conocimien­to, desde la química a la fotónica, sin olvidarnos de la física o las matemática­s. “Hemos abierto una puerta que será muy imitada o, como diríamos en términos biológicos, clonada”, apunta Guinovart.

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PEPO SUBIRANAS El estudiante Martí Recort desarrolla un experiment­o en la segunda clase práctica del proyecto

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