Palabras que salvan
Xavier Albertí dirige en el Almeria Teatre a Jordi Boixaderas y Clàudia Benito en ‘Com dir-ho?’, una obra de Josep Maria Benet i Jornet sobre el poder curativo del arte
Josep Maria Benet i Jornet como autor. Xavier Albertí como director. Y Jordi Boixaderas como protagonista. Un trío de ases del teatro catalán que, sin embargo, lejos de buscar el cobijo de algún gran teatro público para su nueva aventura conjunta, se lanzan al complicado ruedo de la cartelera barcelonesa desde el joven Almeria Teatre con Com dir-ho?, una obra que muestra cómo la cultura, el arte, puede ser de verdad una herramienta para salvarnos. En la pieza, que estará en cartel hasta el 28 de abril, una joven estudiante, encarnada por la debutan-
Benet i Jornet juega con las expectativas del espectador, que sólo al final entiende qué ha sucedido
te Clàudia Benito –hija del actor Andreu Benito–, recibe en una desapacible noche de lluvia la visita de un hombre maduro, el profesor que dirige su tesis, interpretado por Jordi Boixaderas. “La joven cree que la visita se debe a motivos pedagógicos, pero poco a poco descubrirá que no es así”, explica Xavier Albertí, que advierte que Com dir-ho? juega con las expectativas del espectador y que sólo en los tres últimos minutos de la pieza comprenderá qué ha sucedido realmente y recolocará todo lo que ha visto.
“El espectador está desconcertado al principio, cree sospechar una textura dramatúrgica y argu- mental después y se le desmonta todo en tres minutos”, remarca. Y aunque no quiere desvelar demasiado de lo que sucede, Albertí sí sugiere que los protagonistas están viviendo o han vivido momentos de especial intensidad emocional, una intensidad originada por accidentes, muertes cercanas. Y que la obra muestra, dice, “el valor que tiene la cultura en nuestra sociedad, no sólo porque pueda mejorarnos, sino sobre todo porque podemos usarlo en los momentos de profundo dolor. El arte puede salvarnos. La cultura no es superficial, es necesaria, hoy más que nunca frente a las angustias de los ciudadanos”. “Las artes colectivas nos han de hacer entender que no estamos solos y que podemos tener fuerza juntos”, subraya el que desde la próxima temporada será el nuevo director artístico del Teatre Nacional de Catalu- nya en sustitución de Sergi Belbel, un nuevo trabajo que, bromea, ha provocado que ahora haya tres Xavier Albertí en uno: el que negocia con los políticos, el que trata de transformar un teatro y el que tiene que programarlo en estos tiempos de profundos recortes que han obligado a que la actual dirección cierre la Sala Tallers del TNC por dos años y elimine muchas funciones.
Precisamente, ese nuevo e in- minente empleo de Albertí ha sido lo que ha llevado a que Com dir-ho? se estrenara ya. “Benet i Jornet quería que la dirigiera yo, pero no quiere que sus obras se representen en el Lliure o en el TNC porque no quiere ocupar espacio en la programación de esos teatros, quiere dejar el hueco a autores más jóvenes”, cuenta Albertí, así que llamaron al Almeria Teatre, dirigido por Víctor Àlvaro, y tuvieron el sí inmediato. Y a eso se le sumó que habían pensado en Jordi Boixaderas como protagonista, “porque parece escrito para él”, pero creían que debido al trabajo que suele tener sería imposible. Sin embargo, como finalmente la explotación que se iba a hacer de La Bête en el Poliorama no fue posible, Boixaderas ha podido aceptar el reto.
Albertí quiere remarcar sobre todo que el autor de la obra, Be-
Para Albertí, la cultura es hoy más necesaria que nunca frente a las angustias de los ciudadanos
net i Jornet, podría a estas alturas repetirse, apoyarse en estructuras que ya ha trabajado, pero que sin embargo “busca, se reinventa”. Y en Com dir-ho?, apunta, se siente más libre que nunca y especula con el lenguaje, comenzando por el título, una pregunta sobre cómo decir algo que no se sabe cómo decir, y para la que tiene toda la obra para dar una respuesta. Serán 65 minutos en un escenario a tres bandas con un suelo que les ha prestado el Lliure y con el que hicieron Dues dones que ballen, con Anna Lizaran, cuyo coraje, dice, les ha acompañado durante todo el proceso. Sesenta y cinco minutos que tratan, concluye Albertí, “no sólo de la dificultad del personaje de decir lo que no sabe cómo decir, sino que sobre todo hablan de la necesaria ritualización de las palabras por la que ha de pasar el personaje para que a quien le escucha le sirvan para toda la vida”.