Rossini no es divertido
Il barbiere di Siviglia
Autor: Gioacchino Rossini Intérpretes: Mario Cassi (Fígaro); Edgardo Rocha (Conde de Almaviva); Silvia Vázquez (Rosina); Marco Camastra (Bartolo), etc. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director: Òmer Meir Wellber Producción: Grand Théâtre de Ginebra. Escenografía de Paolo Fantin Lugar y fecha: Palau de les Arts, València (9/III/2013)
Ahora que estamos a punto de celebrar el bicentenario de El barbero de Sevilla de Rossini (1816) descubrimos que esta ópera bufa no era nada divertida y que menos mal que la producción de Ginebra inventada por Micheletto/Zimmermann nos ha venido a salvar del aburrimiento que le ha dado tantos años de fama: sometiendo toda la obra a un ritmo archidinámico de movimiento escénico, con un escenario giratorio que no está nunca quieto, con un bar donde aparecen las inevitables prostitutas tan necesarias en toda obra cómica que se estime, y todo con un movimiento escénico frenético (bien realizado, porque si no habría sido todavía más caótico).
La dirección musical discreta de Òmer Meir Wellber se ha permitido alguna libertad –perdonable– con la partitura, y un mando sobre la orquesta que no ha sido del todo elogiable y se ha acoplado con una realización que, intentando “mejorar” la obra, la ha hecho confusa, enrevesada y no especialmente divertida. Situada a fines del XX, la “puesta al día” de los incidentes no casaban bien con la obra: Bartolo intenta explicar que él ya había escuchado cantar a Caffariello –un castrato del XVIII (¡mostrando un disco de vinilo!)–, y Berta deja sus tareas domésticas para prostituirse con un individuo altísimo y ya no vuelve a la casa después de la tempestad. Versión de soprano (con pianoforte), en el equipo vocal el que mejor se ha hecho notar ha sido el tenor Edgardo Rocha, que ha mostrado capacidades y una voz de tenor ligero muy adecuada, con la que ha causado mucho impacto en el aria Cessa di più resistere.
El resto no ha tenido tan buen nivel: se ha distinguido Paata Burchuladze como Don Basilio, aunque ha soltado un bramido excesivo en algún agudo. Bien Silvia Vázquez (mejor en el segundo acto), y correctos, aunque poco inspirados, Cassi como Fígaro y Camastra como Dr. Bartolo. Adecuados los demás, así como el coro. Sin embargo, no nos hemos divertido mucho.