Edu Soto, del ‘neng’ al mundo del teatro en verso
El actor triunfa en Madrid con el clásico ‘El lindo don Diego’
Queda una semana de funciones pero ya hace unos días que han tenido que colgar el cartel de “no hay entradas” en el teatro Pavón de Madrid, sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC). La causa es El lindo don Diego, una obra del autor del siglo de oro Agustín Moreto (16181669) que ahora ha vuelto a los escenarios bajo la dirección de Carles Alfaro. Y con un protagonista, con un lindo don Diego sorprendente: el actor Edu Soto (Mataró, 1978), para el cual sin duda supone un gran salto en su carrera, una carrera en la que hasta ahora había obtenido la máxima popularidad con uno de sus primeros papeles, el del neng de Castefa en los programas de Andreu Buenafuente. Un joven acelerado y amante de la música máquina que nunca olvidaba su grito de guerra: “¿Qué pasa, neng?”.
“Todas las entradas se han agotado y no hay manera de prorrogar. Iremos al Festival de Almagro pero no hay posibilidad de más gira, porque la CNTC ya tiene en cartera La vi
da es sueño. Es una lástima, porque funciona”, explica Soto, que cuenta que llegó a la obra porque le llamó el director, con el que tiene un amigo común. “Yo entonces realizaba en Barcelona Exit-Salida (un monólogo musical) y se solapa- ban, pero cuadramos el círculo. Y me metí en una historia maravillosa en muchos aspectos, comenzando por Alfaro, uno de los mejores del país, y la compañía, que es estupenda. Así que teníamos buen material, un gran equipo humano y buen rollo, y ha salido una función donde se transmite. Y he crecido profesional y humanamente”.
Y eso que, cuenta, su perso-
ÉXITO “Las entradas se han agotado; no hay prórroga más que para ir a Almagro”
EL PERSONAJE “Es un narcisista con un ego que no le cabe; se cree el centro del universo”
FUTURO INMEDIATO “Por ahora me apetece mucho seguir con la gente de esta compañía”
naje, el lindo don Diego, un típico carácter de las llamadas comedias de figurón, que giran en torno a un personaje desmedido, “sobre el papel es un impresentable si lo lees a secas”. “Es –prosigue– un narcisista con un ego que no le cabe, que sólo mira por él y cree que es el centro del universo. Un hombre que se mira constantemente al espejo y puede tardar cinco horas en vestirse. Pero el resto de personajes –encarnados por actores como Vicenta Ndongo o Javier Gil Valle– ven de qué pie cojea. Y es complicado de interpretar, porque oscila entre un necio odioso y alguien que al final se derrumba; o sea, que había humanidad dentro de él”.
Soto, que había participado ya en obras como El sopar dels
idiotes o Popcorn, admite aun así que ha tenido que realizar “un aprendizaje a gran velocidad del verso, porque aunque ya lo había tocado en una zarzuela, ahora se trata de un papel protagonista. Hemos trabajado el verso de manera natural, que no sea impostado. Es una comedia y requiere agilidad. Y también he aprendido mucho a trabajar las intenciones del personaje, cómo viajar con él en cada frase”.
El actor, que estudió dos años de teatro en Barcelona siguiendo la metodología Lecoq, y en seguida comenzó a trabajar con Andreu Buenafuente, cree que hacer de don Diego le descubre en un papel “que la gente no imaginaba que podías estar; la tele te da unas cosas y te quita otras. Es bueno para romper tópicos sobre los que trabajamos en ella”, explica un Soto que ahora no tiene claro qué hará: “Estás en el ajo y se acaba. A ver cómo despierto de esto. Por ahora me apetece mucho seguir con la gente de esta compañía, y ya tenemos ideas”.