La Vanguardia (1ª edición)

Rooney o no, esa es la cuestión

Ferguson está convencido de que el delantero no se cuida y podría enseñarle la puerta en verano

- Rafael Ramos

Desde que el legendario entrenador del Liverpool Bill Shankly dijo aquello de que “el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es más importante que eso”, la filosofía y el deporte rey van de la mano. Aunque hace falta un considerab­le acto de fe para creerlo cuando se escuchan las declaracio­nes y se observa el comportami­ento de los jugadores. Un buen ejemplo de esta aparente contradicc­ión es el inimitable francés Eric Cantona, que un día en pleno partido le dio una patada estilo kung-fu a un hincha del Crystal Palace, y otro día pronunció la famosa frase de que “cuando las gaviotas siguen al barco pesquero es porque creen que alguien va a arrojar sardinas al mar”.

Pero se pueden contar con los dedos de una mano los futbolista­s capaces de reciclarse en actores, como ha hecho Eric. Y desde luego Wayne Rooney no es ningún Cantona, no hay más que oírle hablar para darse cuenta. Tiene otros atributos, desde luego, como el olfato de gol, el instinto competitiv­o y un esfuerzo generoso a la hora de perseguir rivales e intentar robar balones. Pero la filosofía no es lo suyo.

En Estados Unidos, que también tiene sus filósofos, se dice (aplicado las estrellas de la NFL), que los futbolista­s “son como prostituta­s, que sacrifican su cuerpo para el placer de extraños”. Sir Alex Ferguson piensa que Wayne Rooney sacrifica su cuerpo para placer propio, y ahí radica la clave de por qué lo dejó fuera del equipo que cayó ante el Real Madrid la semana pasada con la ayuda de un árbitro turco. Hace tiempo que el escocés está convencido de que su delantero no se cuida, no hace una dieta apropiada, sale demasiado por las noches, se deja llevar cuando está lesionado y le cuesta recuperar la forma.

Ferguson puso al joven Danny Welbeck en su lugar para el partido de la Champions porque creyó que Rooney no podría correr todo lo que iba a ser necesario. Y semejante decisión ha desatado toda suerte de teorías sobre que sus días en Old Trafford están contados, de que va a ser puesto a la venta en verano por poco más de veinte millones de euros, teniendo en cuenta que el mercado ha bajado por la crisis económica y las nuevas reglas de fair play de Platini, que van a impo- ner a los clubs unos criterios de viabilidad que impedirán gastar a troche y moche, como si sus presupuest­os fueran los de Bankia.

Fergie ha prometido que el año que viene Rooney seguirá en el United, aunque en fútbol las palabras son casi tan vacías como en la política. El míster no dudó en enseñar la puerta a Paul Ince, Roy Keane, Ruud van Nistelrooy, Jaap Stam y David Beckham, después de avisos no necesariam­ente más serios que el que acaba de dar a Wayne. La cuestión es si ha-

El inglés es el segundo mejor pagado de la Premier con 287.000 euros a la semana

brá un comprador. El jugador quiere irse al Barça, pero que el Barça lo quiera es harina de otro costal. Los italianos están arruinados. El Madrid, que va a la caza de todo lo que se mueve, no ha mostrado ningún interés. El Bayern tampoco. Ni el City. Lo cual deja por eliminació­n las opciones de otro equipo inglés (¿Chelsea como recambio de Torres? ¿Arsenal como recambio –por fin– de Van Persie?), o los nuevos ricos del París SG.

Hace tres años el internacio­nal inglés ya puso a prueba la paciencia de Sir Alex al amenazar con fichar por el Manchester City, y conseguir a cambio un nuevo contrato que lo convirtió en el segundo jugador mejor pagado de la Premier (287.000 euros a la semana), por detrás de Touré Yaya. Pero desde entonces, y a punto de cumplir los 28 años, ha bajado su cotización. Y en Old Trafford no es un mito como Ryan Giggs o Paul Scholes. Rooney o no Rooney, that is the question.

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