REINA DE REINAS
De nuevo es Isabel II en una obra que trata de las audiencias de la soberana con sus ‘premiers’
Helen Mirren y la reina Isabel II tienen una cosa (por lo menos) en común: no quieren que nadie les haga sombra. Por eso, el gran ausente de la recién estrenada obra de teatro La
audiencia (teatro Gielgud; hasta el 15 de junio), donde la actriz encarna de nuevo a la monarca, no es otro que Tony Blair, el único primer ministro británico desde que se fue Thatcher con personalidad suficiente –otros defectos al margen– para relegar a cualquiera a un segundo plano.
Dado que el inefable y carismático Tony, mentiroso deslomado y padrino de la guerra de Iraq, ya tuvo el principal papel secundario en la película La reina, los guionistas de La audiencia se lo han quitado de en medio sin contemplaciones y con el beneplácito de Mirren, que el 2007 ganó el Oscar por la cinta en cuestión (fue nominada en otras dos ocasiones) y ahora ha dejado todavía más obnubilados a los críticos británicos. Porque si aquella vez hacía el papel de Isabel II en plena crisis de la monarquía tras la muerte de Diana de Gales, ahora en el teatro hace de muchas Isabeles, y de todas igual de bien.
Mirren, encumbrada a los 67 años al olimpo del West End, es una reina y muchas reinas. La veinteañera de voz chillona y vestida de luto que pone en su sitio al imponente y paternalista Winston Churchill, la que es testigo de la rebelión de los euroescépticos
Los productores montaron una representación para la monarca en el castillo de Windsor
contra John Major, la que contempla desde la barrera el desplome financiero del país en tiempos de Gordon Brown, la que no puede soportar a Margaret Thatcher y la que se duerme con Da-