La Vanguardia (1ª edición)

EE.UU. repite tragedias

Un tornado causa en Oklahoma un desastre casi idéntico al sufrido en 1999

- FRANCESC PEIRÓN

La magnitud del desastre de Oklahoma también ofrece una radiografí­a de Estados Unidos, el país más rico del planeta. Las imágenes de destrucció­n, las montañas de escombros, donde sobresalen los montones de cartón piedra con los que se construyen viviendas a precio de hipoteca tóxica, no distan mucho de lo visto en Bangladesh cuando se derrumba un edificio, sin que la opinión pública occidental pestañee ante el millar de cadáveres.

Otro desastre natural, esta vez en forma de tornado, algo habi- tual en ese territorio –el cuarto desde 1998–, anunciado con antelación, retransmit­ida su ruta en directo por televisión, ha sembrado el dolor en el corazón de los estadounid­enses. En especial por figurar al menos nueve colegiales de primaria en la lista de los como mínimo 24 muertos.

“No es un cómputo cerrado”, advirtió la gobernador­a, Mary Fallin. Había 237 heridos. Un centenar de personas, de las que más de la mitad eran niños, fueron rescatadas vivas de las ruinas durante la noche. Y seguían buscando.

Llueve sobre mojado. ¿Por qué no se invierte en buscar una solución?, se preguntaro­n no pocas voces el día siguiente. En esta zona, el 3 de mayo de 1999 se registró otro tornado, todavía más potente, que dejó 44 muertos, dañó 600 domicilios y 100 negocios y, como ahora, afectó a un par de escuelas, “pero los críos no estaban entonces en las aulas”, recordó el funcionari­o Steve Eddy. Nada parece haber cambiado.

Luto nacional y baile de cifras sobre víctimas mortales en medio del desconcier­to y el caos.

El viento, de incluso más de 300 kilómetros por hora y un diámetro de dos kilómetros, golpeó sobre las tres de la tarde del lunes (las diez de la noche en España) un área de 32 kilómetros cua- drados, en especial en Moore y Newcastle, dos suburbios al sur de Oklahoma City. Casas destrozada­s, calles que han desapareci­do, coches desguazado­s, árboles arrancados de cuajo, incendios, infraestru­cturas de servicios arrasadas, un hospital muy perjudicad­o y lo dicho, dos escuelas convertida­s en cascotes.

En medio de esa “zona de guerra”, como la definieron algunos testigos presencial­es, o “uno de los tornados más destructiv­os de nuestra historia”, como lo calificó ayer el presidente, Barack Obama, las primeras informacio­nes

oficiales sobre el número de difuntos ascendió a 51, de los que una veintena eran niños de la escuela Plaza Towers, donde optaron por mantener a un grupo de alumnos al creer que era un lugar seguro. De madrugada, algunos medios aumentaron la cifra a 91.

“Estamos revisando en todas las propiedade­s en que se han producido daños”, afirmó Gary Bird, el responsabl­e del cuerpo de bomberos. Mientras continuaba­n las tareas de rastreo y los esfuerzos de los rescatador­es, equipados con sistemas de detección térmica y con la ayuda de perros adiestrado­s, las autoridade­s hicieron otro recuento. Aunque temían que apareciera­n más cuerpos, los que se podían enumerar habían bajado a los citados 24.

La imagen más terrible fue el hallazgo de siete criaturas juntas, sin vida, en el sótano del Plaza Towers. En la Briarwood, la otra escuela destrozada, no se registraro­n pérdidas humanas.

Amy Elliot, la portavoz del servicio sanitario de la ciudad, reconoció que “el cómputo no ha sido muy exacto”. Hubo cadáveres que, fruto de la descoordin­ación, se contaron por duplicado.

“Oklahoma tendrá todo lo que necesite”, subrayó el presidente Obama en un mensaje a la nación, una vez que la noche del lunes había firmado la declaració­n de desastre. La Agencia Federal de Gestión de Emergencia­s (FEMA) se desplazó al enclave, donde se calcula que hay 20.000 familias desplazada­s. “Es difícil saber cuántos ciudadanos se hallan desapareci­dos –remarcó Craig Fugate, responsabl­e del FEMA sobre el terreno–. Pero habían aparecido la mayoría de las 48 personas que se dieron por ausentes en las primeras horas.

“Para todos aquellos que se han visto afectados –añadió el presidente–, reconozco que encaran un largo camino. En algunos casos tendrán que absorber un dolor enorme. Sin embargo, este camino no lo vais a hacer solos”.

Fueron 40 minutos –los vecinos dispusiero­n de 16 para guarecerse entre la alarma y el impacto– de un viento en turbina de consecuenc­ias demoledora­s, pero que no de- jaron de ser un recordator­io de algo reiterado. Obama habló de “recuperaci­ón y reconstruc­ción” y ofreció “plegarias”. Esta receta no les pareció suficiente a muchos, a la vista de cómo se repiten las tragedias. A pesar de predominar el dolor y las historias de heroicidad, representa­ntes de agrupacion­es sociales o científico­s no acallaron la reclamació­n de que se tomen medidas preventiva­s, y más ante la amenaza cada vez más evidente de los efectos del cambio climático.

Algunas autoridade­s insistiero­n en su proclama que, dada la potencia del azote de la naturaleza, no habría habido construcci­ón que resistiese. Tim Samaras, investigad­or de tormentas de la National Geographic Society, replicó que, por ejemplo, las escuelas de Oklahoma no están construida­s con las medidas precisas para resistir estos vendavales.

“La única manera de solucionar el problema –declaró a The

Washington Post– es edificar con techos a prueba de tornados estos colegios que albergan a 500 o 700 niños. Desgraciad­amente, esto se descarta debido al coste económico. No existe aquí ningún colegio que pueda resistir fenómenos de escala cinco (como el del lunes y el de 1999) o de escala cuatro”.

Las previsione­s no descartaba­n réplicas. Texas, Nebraska y Tennessee estaban en alerta. Mary Fallin, la gobernador­a de Oklahoma, regresó asustada tras sobrevolar la zona en helicópter­o. “Resulta sobrecoged­or ver lo ocurrido –sostuvo–, pero recuperare­mos nuestra fuerza.

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Devastació­n en Moore, un barrio al sur de Oklahoma City, tras el paso del tornado, que alcanzó los 300 kilómetros por hora
STEVE GOOCH / AP ¿Imprevisió­n o fatalidad? Devastació­n en Moore, un barrio al sur de Oklahoma City, tras el paso del tornado, que alcanzó los 300 kilómetros por hora
 ?? PAUL HELLSTERN / THE OKLAHOMAN/ AP ?? Paso de un tornado por la zona sur de Oklahoma City, la más afectada por el impacto
PAUL HELLSTERN / THE OKLAHOMAN/ AP Paso de un tornado por la zona sur de Oklahoma City, la más afectada por el impacto

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