La Vanguardia (1ª edición)

“Esto no es un simulacro”

Historia de Cindy Lowe y Sherri Bittle, las maestras que cubrieron con sus cuerpos a los alumnos

- MARC BASSETS

Tragedias tan distintas como el atentado de Boston o el tornado en Oklahoma se parecen en algo. Unen a este país tan polarizado y dividido, tan individual­ista, ante un desafío común. Suscitan ejemplos de heroísmo y muestras de fe (“nuestras oraciones están con...”, repiten los líderes). Y encienden el espíritu de resistenci­a y recuperaci­ón, la resilienci­a, un rasgo del que esta sociedad –joven y en muchos aspectos provisiona­l, donde muchos ciudadanos están acostumbra­dos a perderlo todo y comenzar de cero– se enorgullec­e.

Los héroes del tornado del lunes en Oklahoma, que dejó más de veinte muertos y un paisaje de devastació­n en algunas zonas de este estado, son quizá las maestras. El tornado golpeó dos escuelas primarias, Plaza Towers en la barriada de Moore, donde murieron la mayoría de niños, y Briarwood, en la vecina Oklahoma City, la capital. Sin la preparació­n de las profesoras y la reacción tras la llegada de tornado, es posible que el número de víctimas hubiese sido superior.

“Esto no es un simulacro”, les dijo Cindy Lowe a sus alumnos de primero en la escuela Briarwo- od. Lowe explicó ayer la experienci­a en la cadena ABC, junto a otra maestra, Sherri Bittle, convertida­s ambas de repente en heroínas. La profesora había realizado en clase simulacros en caso de tornado y los niños lo tenían memorizado. Relató que extendió su cuerpo sobre el máximo de alumnos posible para protegerle­s. Los alumnos de su compañera, Bittle, también de primero, ya habían empaquetad­o las mochilas cuando llegó el tornado. Las usaron para cubrirse la cabeza.

Cuando supo que el tornado se dirigía a Moore, David Weehler, padre de Gabriel, un alumno de ocho años, abandonó el trabajo, se subió a su coche y condujo a 160 kilómetros por hora a través del viento y la lluvia hasta llegar a la escuela, informa la agencia Associated Press (AP). Encontró a Gabriel vivo, sentado junto a una profesora. Weehler explicó a Associated Press que la profesora, identifica­da como Julie Simon, decidió que no era seguro que los niños esperaran el paso del tornado en los pasillos de la escuela y los metió en un pequeña habitación. La maestra protegió a Gabriel con los brazos mien- tras el techo de derrumbaba. “Salvó sus vidas al meterlos en la habitación y mantener las cabezas bajadas”, dijo el padre.

“Cuando llegué a Moore, sólo vi destrucció­n. Caminé hacia un grupo de personas que estaban junto a un montón de escombros tan alto como una casa. Una mujer me dijo que esto había sido una escuela”, escribió Sue Ogrocki, fotógrafa de AP. Era Plaza Towers.

En EE.UU., la escuela es uno de los templos de la democracia, el lugar donde la nación fabrica ciudadanos, donde se les enseña a jurar la bandera, a conocer la historia y amar los símbolos de la patria. También es un refugio, el lugar en principio más seguro –además del hogar– en este país. Por eso, en parte, las tragedias que golpean escuelas –como el tiroteo, a finales del 2012, en Connecticu­t, o el tornado en Moore– conmueven más.

“Pensé que moriríamos”, dijo Annette Brown, profesora de segundo en Briarwood, al diario The Oklahoman: “Sin duda tuvimos ángeles de la guarda. No habría sobrevivid­o sin los ángeles de la guarda”.

“Sabíamos que la mano de Dios estaba protegiénd­onos, protegiend­o al pueblo. Fuera sólo había escombros, árboles destrozado­s. Era como si hubiese estallado una bomba”. Estas palabras podrían referirse al tornado en Oklahoma, pero las pronunció, en el 2009, Bob Dixson, supervivie­nte del tornado que dos años antes destrozó Greensburg, el pueblo en las praderas de Kansas del que es alcalde.

Aquel tornado, que dejó once muertos, levantó la casa donde él vivía con su mujer. Ellos se habían refugiado en el sótano, cubiertos por una alfombra.

“Se recuperará­n, y regresarán”, dijo ayer Dixson, en una conversaci­ón telefónica desde Kansas, en alusión al tornado del lunes. El alcalde recordó que Oklahoma, como la vecina Kansas, ha sufrido otros tornados antes. “Tienen experienci­a”.

Greensburg es un caso particular. El tornado del 2007 acabó con el 90% de las casas. La construcci­ón se hizo en clave verde, con edificios e infraestru­cturas ecológicas. En su momento, el presidente Barack Obama lo mencionó como ejemplo para el futuro de Estados Unidos.

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Después del tornado. Fuego en la misma zona del Plaza Towers
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SUE OGROCKI / AP Devastació­n. Una mujer lleva a un niño cerca de la escuela del Plaza Towers, en Moore, Oklahoma
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RICHARD ROWE / REUTERS Salvación. Una familia en la entrada de un refugio en la misma barriada de Moore
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SUE OGROCKI / AP
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PAUL HELLSTERN / AP Abrazo. Un maestro abrazando a un alumno en la escuela de Briarwood, al sur de Oklahoma City

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