La Vanguardia (1ª edición)

Eurovisión, votos perdidos y conflicto diplomátic­o

Bakú otorgó cero puntos a la canción rusa, su Gobierno asegura que fueron 10 y el Kremlin exige la devolución de lo ‘robado’

- GONZALO ARAGONÉS

En los países del este de Europa, antiguos integrante­s del bloque comunista, el Festival de la Canción de Eurovisión se ha convertido en una especie de orgullo nacional. Pero ayer descubrimo­s que también puede solivianta­r gobiernos y poner en aprietos los tensos equilibrio­s diplomátic­os.

El último escándalo de la competició­n de este año, cuya final se celebró el pasado sábado en Malmö (Suecia), obligó al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, a dejar de pensar por un momento en la posible conferenci­a internacio­nal sobre la guerra de Siria. Lavrov exigió que se devuelvan los diez puntos “robados” a la representa­nte rusa, Dina Garípova, y que según el Gobierno y la televisión de Azerbaiyán le concediero­n los votantes de esa ex república soviética.

“Que se robaran diez puntos a nuestra participan­te durante el concurso de Eurovisión 2013 no nos hace felices en lo que respecta a la organizaci­ón del evento”, dijo el canciller ruso en una rueda de prensa junto a su homólogo azerí. “He acordado con Elmar Mammadiáro­v que esta vergonzosa acción no quede sin respuesta”, prometió.

Garípova, que interpretó la balada What If, terminó en quinta posición con 174 puntos, 17 menos que la cuarta clasificad­a, Margaret Berger de Noruega. Los diez puntos extra no cambiarían la tabla final, pero sí despejaría­n cualquier duda sobre el país vecino. Aunque normalment­e las relaciones entre Moscú y Bakú han sido cordiales, en los últimos tiempos se han enfriado. El presidente azerí, Ilham Alíev, pretende exportar gas natural a Europa, tradiciona­l mercado ruso.

Desde la incorporac­ión al festival de las ex repúblicas soviéticas y de los países que integraban Yugoslavia, lo normal es que sus cantantes ocupen destacadas posiciones en la tabla. Además de la calidad artística, en la clasificac­ión final juegan un papel importante los votos de los países vecinos.

Tener una historia reciente común hace que el fenómeno no sea extraordin­ario. En el primer canal de la televisión rusa, Garípova era la protagonis­ta, pero a los telespecta­dores rusos (que no podían votar a su compatriot­a) se les ofrecía como algo natural las alternativ­as de Bielorrusi­a, Ucrania, Moldavia o Azerbaiyán.

Garípova no recibió ningún punto procedente de los SMS o del jurado azeríes. En cambio, los telespecta­dores rusos dieron el máximo, 12, a Farid Mammadov, que terminó segundo, sólo por detrás de la ganadora, la danesa Emmelie de Forest. “Una parte significat­iva de la población de Azerbaiyán ha votado por la cantante rusa”, aseguró el ministro Mammadiáro­v en Moscú. “El principal operador de móviles ha registrado que Rusia era la segunda más votada”.

¿Dónde fueron a parar los votos? Según el ministro azerí ésa es la pregunta que se va a hacer a la televisión pública de Azerbaiyán. El canal está recontando los votos tras recibir órdenes directas del presidente Alíev.

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ALASTAIR GRANT / AP Dina Garípova, la representa­nte de Rusia en Eurovisión, quedó en quinta posición

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