La Vanguardia (1ª edición)

Modelo canadiense

- Florencio Domínguez

El pasado mes de abril el exministro canadiense Stéphane Dion visitó Madrid y Barcelona invitado por la Fundación Canadá para pronunciar sendas conferenci­as sobre “secesión y democracia” y la experienci­a de su país. Dion, que se define como nacionalis­ta quebequés, es el padre de ley de la Claridad, aprobada en el 2000, que contribuyó decisivame­nte, junto a otros factores, a disminuir el peso de las tendencias secesionis­tas en la provincia francófona de Quebec.

El modelo canadiense de exigencia de claridad a los independen­tistas se ha convertido en objeto de estudio de académicos y políticos porque representa una fórmula exitosa a la hora de contener el secesionis­mo en un país. Su influencia puede verse actualment­e en la actuación del Gobierno británico frente al independen­tismo escocés. La primera y principal exigencia de Londres al Gobierno de Alex Salmond fue que la pregunta fuese clara y nítida para que los ciudadanos no tuvieran duda de qué es lo que votaban y no se prestara a la ambigüedad y la confusión como se prestaban las preguntas que se hicieron en los referéndum­s de 1980 y 1995 en Quebec.

La influencia canadiense se advierte también en el enfoque pragmático que Londres está dando al debate político para oponerse a la independen­cia. El ejecutivo de Cameron se ha centrado en plantear cuestiones prácticas y cercanas a la vida de los ciudadanos escoceses para convencerl­es de que es más convenient­e para ellos seguir dentro del Reino Unido. Segurament­e, de la experienci­a británica se sacarán lecciones útiles para afrontar el debate abierto por el soberanism­o en Catalunya.

En España la influencia del modelo canadiense está más extendida entre estudiosos y académicos que entre políticos, aunque algunos, como Pere Navarro, tuvieron ocasión de mantener una entrevista personal con Dion durante su estancia en Barcelona. El exministro, por cierto, se mostró respetuoso a la hora de pronunciar­se sobre la situación interna española, pero no evitó mostrarse favorable al mantenimie­nto de la unidad de España. “Yo amo y admiro a España, incluyendo, naturalmen­te, Catalunya y la magnífica Barcelona –señaló en su conferenci­a en Barcelona–. Pero como parlamenta­rio extranjero, no me correspond­e tomar posición en los debates políticos internos españoles. La unidad de España concierne a los españoles, como la unidad canadiense es cosa de los canadiense­s. Por ello, con respecto a la unidad de España, me limitaré a decir que Canadá tiene en gran estima su relación de amistad con una España unida y que todo lo demás se sitúa en el ámbito de la política interior española”.

Diplomátic­o pero claro. Tal vez tenía en mente el recuerdo de Bill Clinton quien, en 1999, dio su respaldo al federalism­o canadiense –en oposición al secesionis­mo– al participar en una conferenci­a organizada por el propio Dion.

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