La pobreza al habla
La Cruz Roja de Catalunya hace cada seis meses una encuesta a los beneficiarios de sus programas humanitarios; La Vanguardia’ ha estado allí a la escucha durante un día
En la sala del centro de coordinación de la Cruz Roja de Barcelona, Joana y un equipo de tres voluntarios se emplean en un arduo trabajo desde hace un mes: escuchar a través del teléfono la voz de los afectados por la crisis. Setecientas personas, una por una.
De vez en cuando salen a fumar a la terraza del edificio. Se toman un tiempo. Un respiro. “Es duro –explica Joana cerran- do los ojos, deslumbrada por el sol que le da en la cara mientras exhala el humo del cigarrillo– porque te puedes reconocer en esa gente. Por mucho que quieras, no lo puedes evitar”.
En realidad, su trabajo es similar a la de esos tipos inasequibles al desaliento que llaman a la hora de la comida para cumplimentar una encuesta. Pero la tarea de su equipo es entrevistar a los usuarios de los programas humanitarios de la Cruz Roja en Catalunya, personas que han recibido ayuda de la organización, la ma- yoría, alimentos. Al otro lado del teléfono responden los catalanes más gravemente afectados por la crisis. Con alguna salvedad, todos están dispuestos a contar su historia y se desahogan.
Estas entrevistas sirven para elaborar el único sondeo que se hace en España dedicado específicamente a la pobreza. El resultado de las encuestas que realiza el equipo se remite al departamento de estadística de la Universitat Autònoma y con ellos se elabora cada seis meses el Observatori de Vulnerabilitat que ha servido para señalar a la opinión pública los nuevos problemas de la precariedad, entre otros, la malnutrición infantil o las consecuencias de la precariedad en la salud.
Lo que se explica en este reportaje es un extracto de algunas de las conversaciones entre los voluntarios de la Cruz Roja y los entrevistados. El periodista ha estado presente en este diálogo. Para acceder a estas historias ha debido someterse a unas estrictas reglas. No puede conocer los nombres, protegidos por la confidencialidad. Y cada uno de los entrevistados debe dar su consentimiento para que el redactor pueda estar a la escucha –sólo a la escucha– mientras se pasa el cuestionario.
Algunos, al saber que había un periodista en la sala de coordinación, se han negado a participar porque consideran que la prensa no les defiende.
Estas son algunas de las historias que se oyen entre ambos lados del teléfono seguidas de las observaciones que, al hilo de estas conversaciones, hace el equipo de voluntarios de la Cruz Roja.