La Vanguardia (1ª edición)

El imbécil del día

- Sergi Pàmies

El programa Arucitys (8tv) sigue ofreciendo una tregua de entretenim­iento en una franja horaria que abarca el aperitivo, el almuerzo, el café y la siesta. Esta temporada, el equipo de Alfons Arús ha tenido que superar un contratiem­po importante: los grupos Antena 3 y Mediaset han prohibido que otros canales utilicen sus imágenes. Es una decisión de control de contenidos que empezó de un modo reactivo, cuando Telecinco se hartó de que La Sexta y programas como Sé lo que hicisteis se cachondear­an de ellos y que busca una explotació­n más agresiva de sus webs. En el caso de Arucitys, estas imágenes eran la materia prima que, en parte, alimentaba secciones como La cortelera y La teletúlia. Para superar la dificultad de no disponer de imágenes cedidas, Arús tiene que sacarse de la man- ga otros recursos, fijarse en canales más extravagan­tes de la TDT (territorio David Broc) o recuperar fórmulas como los vídeos de estupidece­s y accidentes humanament­e domésticos. La teletúlia incluye, de unas semanas a esta parte, la sección L’imbècil del dia. Es una reformulac­ión de aquel Videos de primera, que ha marcado a toda una generación de teléfilos, con niños japoneses a punto de ahogarse y mucho gato psicópata.

Los aciertos de L’imbècil del dia son la intensidad de la dosis y el epígrafe. Cuando veíamos Videos de primera, la acumulació­n de desgracias ajenas producía una sensación de saturación y cierto malestar. Una vez asimiladas como género televisivo, es una buena idea enmarcar este tipo de imágenes en un epígrafe explícito, con una voluntad de progresión competitiv­a (el imbé- cil de la semana, del mes, del año...). El secreto estriba en que, igual que el universo, la imbecilida­d no tiene límites. La selección produce un efecto de fascinació­n. Sin la paja de niños japoneses, que no serían culpables de imbecilida­d sino de crueldad paterna, la sección se centra en la imbecilida­d espontánea, vocacional o accidental. La presencia de una cámara, que actúa como notario, equivale a la mirada científica que, en los documental­es sobre animales, nos explica los hábitos de mamíferos, peces o insectos. L’imbècil del dia es un concentrad­o de realismo tragicómic­o que, en un minuto, nos recuerda la infinita solidez de la imbecilida­d humana. Hasta ahora, sólo aparecen imbéciles anónimos pero los espectador­es podemos jugar y pensar en imbéciles con nombre y apellidos de nuestro entorno familiar, profesiona­l o político.

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