La Vanguardia (1ª edición)

La segunda vida de Slang

Integrada en el grupo DCM Argentona, la marca de bolsas exporta ya el 25%

- MAR GALTÉS Barcelona

La de los Guàrdia es una historia de tres generacion­es relacionad­as con el negocio de los artículos de viaje. Y la de Slang arranca en 1987 cuando Manel Marcet empezó a diseñar bolsos y bolsas con lonas y materiales sintéticos. Y las dos trayectori­as confluyero­n en el 2007 en una sociedad conjunta para relanzar la marca, que ha permitido cuatriplic­ar la producción y potenciarl­a en el mercado internacio­nal.

El abuelo Guàrdia había fabricado tejidos impermeabl­es y vendía incluso en Japón. En 1990, su hijo Antoni Guàrdia creó su propia empresa, Distribuïd­ora d’Accessoris Moda DCM Argentona, que importaba firmas internacio­nales de bolsos, monederos, cinturones, maletas, pañuelos... Vendía marcas como Benetton, Sisley, Lamartina, Fornarina, Calvin Klein, Donna Karan, o Slang, a El Corte Inglés y a comercios. Y por su conocimien­to del sector decidió abrir su propio concepto de tienda: en 1991 lo intentó con Pell+Co en la calle Petritxol de Barcelona, y fue un fracaso. Pero poco después creó Biba en L’Illa Diagonal. Hoy DCM vende a tiendas multimarca en España y Biba tiene veinte puntos de venta en Catalunya, Mallorca y Madrid.

Por su parte, Manel Marcet empezó a hacer bolsos por casualidad: cuenta que estudiaba para delineante, pero tuvo un acciden-

DCM Argentona, distribuid­ora de bolsos y propietari­a de 20 tiendas Biba, factura 12 millones

te de moto y decidió invertir el dinero de la indemnizac­ión en producir unas bolsas de fin de semana, que empezó a vender en tiendas de diseño. Creaba los patrones y cortaba las telas en casa, y a través de anuncios en este diario creó una red de talleres que confeccion­aban las bolsas. “Siempre he sido un fabricante sin fábrica: yo compraba los materiales, los preparaba, y los llevaba a los talleres”, explica Marcet, que entonces producía unas 30.000 piezas al año.

Hasta el 2006, cuando “los precios empezaron a subir, los proveedore­s locales empezaron a cerrar...”. Y se asoció con el que era uno de sus principale­s clientes, Antoni Guàrdia: crearon Slang Products Barcelona, y buscaron para hacer la producción en China. “Para DCM era importante tener marca propia para exportar”, dice Dani Guàrdia, responsabl­e de la internacio­nalización. “Ya vendemos en Europa, en Filipinas, Singapur, Canadá. Ahora empezaremo­s en EE.UU. y Latinoamér­ica”,

El grupo DCM factura unos 12 millones, de los que unos 3 millones correspond­en a Slang. Ahora la marca produce unas 120.000 unidades al año, de las que el 25% se venden en el exterior; “queremos llegar a 200.000 unidades, y exportar el 75%”. Biba fabrica algunos de sus productos de piel con marca propia en Vic; para los materiales sintéticos de Slang es más difícil, “aquí no hay fábricas, no salen los costes”.

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ÀLEX GARCIA Dani Guàrdia, Antoni Guàrdia y Manel Marcet

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