La Vanguardia (1ª edición)

Aznar es perfecto y ataca a Rajoy

- Lluís Foix

El president Tarradella­s siempre estaba atento a lo que ocurría en la Federación Socialista Madrileña. Era una idea fija que se llevó al exilio y que consistía en resaltar las divisiones en el seno del socialismo de la capital como una de las razones que no pudieron evitar la rebelión del 18 de julio. Siempre hay que estar atentos a lo que ocurra en el socialismo madrileño, le oí comentar cuando ya no era president y se dedicaba a hablar de política con amigos y conocidos.

Mientras veía al expresiden­te Aznar plantando cara abiertamen­te a Mariano Rajoy me acordé de aquella preocupaci­ón de Tarradella­s por lo que ocurría en el socialismo hispánico, pero al revés. Esta vez es el conservadu­rismo madrileño el que anda a la greña y el que puede enfrentar a la derecha consigo misma con resultados inciertos e inesperado­s.

Se da la paradoja que la embestida de Aznar se produce contra un presidente designado a dedo por él mismo, que dispone de una sólida mayoría absoluta y que está zarandeado por decisiones ajenas a sus ámbitos de deci-

El electorado suele huir de un partido dividido y en incierto debate sobre su liderazgo

sión, ya sea la troika, la canciller Merkel o los llamados mercados.

Aznar dijo: “Cumpliré con mi responsabi­lidad, mi conciencia, mi partido y mi país. Espero que nadie lo dude”. No podía ser más claro. Atacó al Gobierno, al ministro Montoro muy especialme­nte, a la falta de control de Rajoy, pidió la bajada de los impuestos y dejó la puerta abierta a la posibilida­d de volver a la política si la situación de España lo requiriera.

Hace unos meses, Aznar se refería al debate político en Catalunya afirmando más o menos que no estaba preocupado porque los catalanes se pelearían entre ellos. La misma idea fue corroborad­a unas semanas después por la vicepresid­enta Sáenz de Santamaría. Pues eso.

El electorado suele huir de un partido dividido y en permanente debate sobre su liderazgo. Mariano Rajoy desciende dramáticam­ente en las encuestas porque todos los indicadore­s negativos se anotan en su cuenta. Pero no está escrito en ninguna parte que Aznar obtuviera una mayoría absoluta y mucho menos que tuviera una capacidad de maniobra al margen de las admonicion­es que llegan de Bruselas, Frankfurt y Washington.

No habló de Europa. Todavía debede recordar los efectos de aquella carta que escribió junto con Tony Blair para separar la nueva de la vieja Europa en pleno fragor de la guerra de Iraq, perdida y casi finiquitad­a negatiment­e para Estados Unidos y Occidente. Suelo desconfiar de las personas que presumen de perfección. Si se trata de un político, me llevo las manos a la cabeza esperando lo peor.

Aznar reapareció con la arrogancia de la perfección política personal y con un desprecio a todo lo que no pase por su privilegia­da cabeza. Una derecha dividida es tan frágil como una dividida izquierda.

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