La Vanguardia (1ª edición)

“Mejor yo que un niño”

- LONDRES Redacción y agencias

Ingrid Loyau-Kennett, una madre de dos hijos, de 48 años, antigua maestra y líder de los boy scouts, estaba en su autobús, atravesand­o el barrio de Woolwich, en el sudeste de Londres, el pasado miércoles por la tarde, cuando el vehículo se detuvo en lo que parecía un atasco. Miró por la ventana y vio a un hombre tendido en el suelo, sujetado por otra mujer. Bajó pensando que se trataba de un accidente de tráfico y que podría ayudar. Tenía conocimien­tos de primeros auxilios. Se acercó al cuerpo de Lee Rigby, un soldado de 25 años. Estaba inerte y no le encontró el pulso.

“Aléjate del cuerpo”, le dijo entonces un hombre de raza negra que llevaba un gorro negro, un cuchillo de carnicero en una mano y un revolver en la otra.

En lugar de asustarse, LoyauKenne­tt se puso de pie y empezó a hablar con él y su compañero. “Pensé, ¿qué demonios? –declaró ayer–. Creí que, obviamente, estaban un poco nerviosos y que sólo había que hablar con ellos”. Habló con los dos para tranquiliz­arlos y distraer su atención, evitar que hubiera más víctimas antes de que llegara la policía. Otros viandantes hicieron lo mismo. Hubo quien incluso filmó a los asesinos del soldado Rigby con sus teléfonos móviles. Ellos mismos se lo pidieron.

¿No tenía miedo?, le preguntaro­n. “No, mejor que me atacara a mi que a un niño”, respondió Loyau-Kenneth.

“Un atacante me dijo que no tocara a la víctima –añadió–, que él la había matado. Le pregunté el motivo. ‘Lo he matado –contestó– porque ha matado a musulmanes y estoy harto de esta gente que mata a musulmanes en Iraq y Afganistán’”.

El soldado Rigby, padre de un niño de dos años, había servido en Afganistán en el 2009. Trabajaba en el cuartel de Woolwich, al lado de donde murió.

“Le pregunté (a uno de los asesinos) cómo se sentía –prosiguió Loyau-Kennett–. Me habló entonces de bombas cayendo y matando a mujeres y niños. Estaba

cubierto de sangre”. Al otro atacante, que llevaba un cuchillo, “le dije, sin pensar, si le importaría darme el arma que llevaba en la mano. No estuvo de acuerdo y le pregunté si quería seguir adelante, y él respondió varias veces que no. Yo no quería contrariar­lo. Parecía tímido y estaba tranquilo. Entonces, empezó a llegar más y más gente. Había mucha gente. Miré alrededor y me pareció descorazon­ador”.

Uno de los dos atacantes le dijo que esperaba matar a varios policías tan pronto como llegaran. “Entonces le pregunté si con

Ingrid Loyau-Kennett entretuvo a los asesinos con sus preguntas mientras llegaba la policía

sideraba que eso era razonable”.

Cuando llegó la policía, Ingrid Loyau-Kennett volvió a subir al autobús, que seguía detenido en el mismo lugar. Desde allí vio cómo los agentes disparaban contra la pareja de agresores. “Creo que les dieron en las piernas. Ninguno de los dos me pareció que estuviera borracho o drogado. Sabían lo que hacían”, manifestó.

David Cameron la puso ayer como ejemplo de resistenci­a. “Cuando el atancante le dijo que quería iniciar una guerra en Londres –explicó el primer ministro durante una comparecen­cia frente al 10 de Downing Street–, ella le respondió que iba a perder, y habló por todos nosotros cuando le dijo que ‘estás tu solo y contra muchos’”. Cameron afirmó que la determinac­ión de Loyau-Kennett y otros testigos demuestra que Gran Bretaña derrotará al terrorismo si se mantiene unida.

Ingrid Loyau-Kennett, de origen francés, reside en Cornualles, en el sudoeste de Inglaterra. Regresaba de un viaje a Francia y estaba de paso por Londres, donde viven sus dos hijos. Ayer tuvo que dar muchas entrevista­s.

El tabloide The Sun tituló: “Coraje de una líder scout; valiente mamá se enfrenta a fanático sangriento”.

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TWITTER Ingrid Loyau-Kennett, de espaldas, habla tras el ataque con uno de los dos asesinos del soldado Rigby

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