El fenómeno Primavera Sound
LAS sucesivas sesiones del Primavera Sound sumarán hasta ciento cincuenta mil asistencias a este festival pop barcelonés que empezó el miércoles y concluirá en la madrugada del domingo. Todo en este festival parece hacerse a lo grande. En su principal ámbito del Fòrum reúne diez escenarios, distribuidos sobre 20.000 metros cuadrados. Esta fiesta de la música alternativa se extiende también a otros ámbitos ciudadanos, que van desde el parque de la Ciutadella hasta varios clubs. Cerca de 1.500 periodistas musicales se han acreditado para dar cuenta de ella. En el cartel, que parece desafiar los efectos de la crisis, nombres clásicos de la escena internacional como Nick Cave, Blur, Bloody Valentine, Jesus and Mary Chain o Dexys conviven con artistas locales como Manel o Antònia Font. Y las expectativas de recaudación, con todas las reservas que hacen al caso, son también notables: los abonos para el festival, que cuestan unos 200 euros, se agotaron hace meses.
El Primavera Sound echó a andar en su formato actual en el 2001 y, desde entonces, no ha dejado de crecer, hasta convertirse en una cita de referencia a escala europea. Se calcula que el 40% de los asistentes son extranjeros, y pasan en Barcelona cerca de una semana. Quizás el hecho de que este festival concentre el grueso de su activi
dad en la zona del Fòrum, alejada del centro tradicional de la ciudad, impida a muchos barceloneses hacerse una idea cabal de las dimensiones que ha alcanzado y del retorno económico que ofrece a la ciudad, comparable al de algunas citas feriales mayores. El relieve musical y su trascendencia económica están fuera de dudas, como atestiguas la calidad de la oferta y las cifras del evento.
El sector musical se ha convertido en un importante activo de nuestra ciudad. En el caso del Primavera Sound, las razones están claras: talento de los programadores para atraer formaciones legendarias y descubrir las mejores novedades de la escena alternativa; un alto nivel organizativo y también –digámoslo todo– las atractivas condiciones geográficas y meteorológicas de Barcelona, que invitan a muchos aficionados a regalarse con un preludio veraniego musical entre nosotros. Con tales premisas, el éxito está servido.
Este activo ciudadano, que ahora encarna el Primavera Sound, volverá a manifestarse con la próxima edición de Sónar. O con la floración de festivales de pequeño formato registrada en Barcelona, que viene a atestiguar, a otro nivel, la extensión del fenómeno aquí comentado. En definitiva, los festivales de música joven en Barcelona, ya sean de gran o pequeño formato, son muy buenas noticias en tiempos en que estas escasean.