“Infantilizar a los mayores es un maltrato psicológico”
Los expertos piden enterrar el edadismo, una discriminación extendida y asumida que vincula edad y falta de capacidad
LBarcelona
os estereotipos negativos sobre el envejecimiento hacen mucho daño. Entre las principales causas de discriminación social está el edadismo, o sea el prejuicio hacia las personas en función de su edad. Una discriminación extendida pero de la que apenas se habla o, dicho de otra manera, una discriminación que la sociedad no asume como tal y, por tanto, ante la que no reacciona. “Las personas mayores –señala Gema Pérez Rojo, profesora de Psicología de la Universidad CEU San Pablo– han evolucionado mucho en su visión de la vida y en cómo la encaran. Algunas de ellas ni se reconocen a sí mismas como mayores, y en cambio, el conjunto de la sociedad no ha cambiado a la par y mantiene unos estereotipos que vinculan esta etapa con la infelicidad, aislamiento o falta de control mental”.
Este punto de vista no sólo es incorrecto sino que, como todas las discriminaciones, es peligroso porque puede dar pie al maltrato. Se aborda aquí el daño psicológico y en primer lugar, la profesora cita el “infantilismo”, la (mala) costumbre de tratar a los mayores como niños. Es una agresión más sutil que lo que pueden ser los gritos, señala, pero que puede llegar a ser más hiriente. Se corre el riesgo de que acabe afectando al autoconcepto que estas personas tienen de sí mismas y minando la autoestima. No hay que tratarles como niños porque son adultos, ni hablarles de una forma especial, ni
“Los estereotipos negativos sobre la vejez dañan la autoestima”, según la psicóloga Gema Pérez
obligarles a comer o tomar una serie de cosas ni, en casos extremos como ha observado esta psicóloga, amenazar con castigos.
“Haciendo un estudio en una residencia –explica– escuché como una cuidadora se dirigía a un señor para decirle que si no se tomaba el medicamento se quedaría sin postre. Tuve que preguntarle a ella si en su casa también la dejan sin postre si no se toma un medicamento”. No vale aquí la respuesta que en muchas ocasiones se oye de que “se hace por el bien del otro” porque este tipo de trato, recalca, no genera ningún bien. Unas recomendaciones válidas también cuando debe tratarse a personas con algún problema cognitivo.
El edadismo es así caldo de cultivo del maltrato a las personas mayores, recordando que en muchas ocasiones el daño sutil es el que más duele. Esta forma de dirigirse y de tratar a esta franja de población pretende teóricamente adaptarse a una serie de déficits que se les presuponen, lo que no sólo perpetúa estereotipos negativos sino que, al afectar a la autoestima, puede acabar perjudicando su nivel cognitivo. Para la psicóloga Mercè Pérez Salanova, profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la peor manera de analizar esta etapa es cortar a todo el mundo por el mismo patrón. “No hay una estructura subjetiva de los mayores, la subjetividad de cada uno ya está hecha y todos son diferentes”, indica.
En esta discriminación que supone el edadismo, y que puede acabar en maltrato, Gema Pérez advierte también sobre el “trato de silencio”. Un tipo de negligencia que, como indica su propio nombre, se basa en no hablar con ellos, ningunearlos, una indiferencia que también perjudica la autoestima. Al igual que el “abuso social”, entendido como la falta de respeto.