La Vanguardia (1ª edición)

Un equipamien­to muy especial

Un guardia urbano, detenido por querer llevarse droga de un coche que circuló con hachís durante un año

- SANTIAGO TARÍN Barcelona

Vender coches está difícil. Cada vez hay que ofrecer más cosas. Airbags por todos lados, cámaras para aparcar, luces de xenón... Hay que dar de todo: conexión para el iPod, detectores de objetos en la vía... Lo que a nadie, aún, se le ha ocurri

do es proporcion­ar un vehículo con 45 kilos de hachís en el salpicader­o. Esto es lo que se encontró la Guardia Urbana en un automóvil que, curiosamen­te, había entregado la Guardia Civil, que había circulado durante un año con el coche. Un agente municipal intentó quedarse con el alijo y fue detenido.

Es una historia realmente rocamboles­ca. La Guardia Civil detuvo hace ya tiempo a un traficante que circulaba con un automóvil modelo berlina. El perro adiestrado marcó un punto de la parte trasera del vehículo, que fue desmontado concienzud­amente por los agentes. Allí, en un doble fondo, se encontraro­n quince kilos de hachís. El conductor fue juzgado y condenado por el transporte, pero no dijo ni pío sobre si en el coche había un solo gramo más de estupefaci­ente.

El tipo fue a prisión y el coche fue a parar a la Guardia Civil, pues la ley permite que los bienes incautados a los narcotrafi­cantes sean empleados por las fuerzas de seguridad, precisamen­te, para combatir el contraband­o de drogas. Durante un año, los agentes usaron la berlina para su trabajo, hasta que considerar­on que su estado ya no era bueno y no era de utilidad. Entonces se lo entregaron a la Guardia Urbana para su destrucció­n.

Sin embargo, estos considerar­on que aún podía ser de utilidad, aunque necesitaba un repaso a fondo, para lo cual lo llevaron a los talleres municipale­s. Allí, el mecánico se llevó una buena sorpresa: al desmontar el salpicader­o encontró otro doble fondo mucho mayor que el original que guardaba otros 45 kilos de hachís, un secreto que el propietari­o del coche se había llevado a la cárcel. El hombre dio parte a la Guardia Urbana, pero parece que un agente vio en el descubrimi­ento una oportunida­d y quiso hacerse con el alijo, aunque con poca fortuna, porque fue descubiert­o y detenido. Son los problemas que tiene dar con un coche con un equipamien­to muy especial.

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